La mortandad inició justo en los primeros segundos de 2016. Aprovechando que todo el mundo daba abrazos cargados de buenos deseos y explotaba cohetes un comando pandillero irrumpió en una casa del cantón San Antonio Silva, San Miguel, y asesinó a dos mujeres, dos hombres y un menor de edad.
El crimen es atribuido a una clica de la Mara Salvatrucha (MS-13) que está cobrando factura a grupos menores dentro de la mara que se quedaron con dinero de las extorsiones o han cometido otras faltas que han ofendido a la conocida como Ranfla o cúpula.
Pero la violencia apenas empezaba.
Dos horas después de la matanza en Oriente policías abatieron a seis pandilleros que supuestamente dispararon cuando se vieron rodeados de los agentes que patrullaban una calle del cantón Valle Nuevo, Olocuilta, La Paz.
Los criminales, según la versión oficial, se embriagaban en el momento en que fueron sorprendidos. No hubo policías heridos ni caídos.
Después la lista de muertos creció, se engrosó vertiginosamente hasta superar las 39 víctimas en el primer día de 2016.
“Homicidio en colonia La Española, cantón El Espino, Zacatecoluca. Víctima es un miembro de la pandilla sureña”, publicó la Fiscalía General en su cuenta de Twitter. Unos minutos más tarde informó sobre la muerte de dos hombres en Nueva Concepción, Chalatenango. Al filo del mediodía sobre el asesinato –lapidación- de un hombre en Quezaltepeque, a pocos pasos del parque y frente a un colegio y una escuela.
La lista se mantuvo en tensión durante toda la tarde con más homicidios en Texistepeque, Nejapa, Apopa, Mejicanos. Entre las siete y nueve de la noche parecía que el día de las masacres había terminado pero se activó la alerta: siete mareros asesinados en una poza del cantón El Zapote, Jucuarán, Usulután. La primera hipótesis es que el comando armado de la Chirilagua Locos Salvatruchos de San Miguel ejecutó a un grupos de desobedientes mareros de una clica menor.
Unos minutos después del ajusticiamiento una patrulla policial llegó a verificar que había sucedido pero unos mareros que se habían quedado vigilando le dispararon; hubo un tiroteo en el que supuestamente resultó herido un criminal pero logró escapar.
El 31 de diciembre de 2015 El Salvador cerró como el país más violento de América Latina y el más violento del mundo sin tener una guerra tradicional como las que sí ocurren en, por ejemplo, Siria donde confluyen terrorismo y conflicto civil. En un año murieron 6,670 salvadoreños.