Mauricio Ramírez Landaverde, director de la Policía Nacional Civil (PNC), aseguró la mañana de este lunes que han logrado desarticular a estructuras de pandillas, de diferentes clicas, que operaban en algunas zonas montañosas del país.
A mediados de 2014, comenzaron a circular fotografías, muchas de ellas extraídas de los teléfonos decomisados a pandilleros, donde aparecen estructuras posando con armas de grueso calibre. La policía también encontró especies de campamentos donde las pandillas guardaban armas de guerra.
El funcionario señaló que, si bien ellos no los han catalogado como campamentos, las pandillas adoptaron nuevas modalidades de entrenamiento para delinquir.
Landaverde hizo un repaso de cuáles fueron los sectores qué más intervinieron para atrapar a esas estructuras y evitar que continuaran atemorizando a las comunidades donde operaban. Algunas de estas fueron el área general del volcán de San Vicente, el municipio de Tecoluca y Zacatecoluca.
«Esas algunas de las zonas donde más se intervino buscando a este tipo de grupos. No podemos denominarlos campamentos con todo lo que eso significa, pero sí eran grupos que se mantenían armados en esas zonas manteniendo a la gente con mucha inseguridad», dijo en la entrevista Frente a Frente.
El jefe policial detalló que también intervinieron la zona sur y norte del departamento de Usulután, la zona norte del departamento de La Libertad, específicamente en los municipios de Quezaltepeque, San Juan Opico, y San Matías; también la zona sur poniente de Chalatenango.
«Esas fueron las zonas donde más se tenía información de la persistencia de grupos de esta naturaleza, y en todos ellos se intervino. Prácticamente la situación ha cambiado. No podemos decir que no existen, pero su forma de operar ha cambiado mucho».
El director agregó que «uno de los grupos que más costó eliminar del mapa del país fue el que se mantenía en la zona norte de La Libertad. Lo anduvimos persiguiendo tanto en la zona sur del cantón Primavera, en la zona norte del municipio de Quezaltepeque y San Matías, y al final los fuimos a sorprender en Apopa, en el conocido cerro El Sartén, donde se resistieron y algunos murieron. Ese fue uno de los grupos que más costó porque era un grupo numeroso».