Ana Carolina (nombre ficticio) quería regresar a su casa porque tenía hambre. Estaba en el funeral de un amigo de la familia y le pidió a su hermana que la acompañara porque eran pasadas las nueve la noche y la calle estaba oscura. Caminaron pero pronto siguió sola el camino porque la hermana volvió al lugar del que acababan de salir.
Cuando estaba por llegar a la casa se encontró a Gilbert Ayala Escalante que inmediatamente la invitó a su casa. Aceptó. Conversaron un rato mientras el ambiente se ponía más íntimo. Fue cuando él aprovechó y le confesó que estaba enamorado de ella y le pidió que se convirtiera en su mujer.
La menor de edad calló un momento. No se lo esperaba. Le prometió que iba a pensarlo. Para no perder la oportunidad Ayala Escalante le propuso tener relaciones sexuales y después casarse. Ella accedió a la petición carnal. Se besaron. Se acariciaron. El encuentro lo consumaron en uno de los cuartos de la casa ubicada en Ahuachapán.
Después de tener relaciones el ahora condenado a 20 años de cárcel calmó a la adolescente. Le aseguró que iba a hablar con la mamá, a contarle todo, incluso los planes de un matrimonio. Entonces decidieron quedarse juntos a dormir.
Al día siguiente la despertó y le ordenó que se fuera a la casa de la mamá pero Ana Carolina, somnolienta, se fue a la de la abuela. Cerca de las ocho de la mañana se fue a la vivienda de la mamá que, al nomás verla, la interrogó hasta el cansancio. Pero no sirvió de nada: la niña tenía miedo y calló todo.
Pasaron los días y Ayala Escalante no aparecía en ningún lado. No contestaba llamadas ni mensajes telefónicos. Nunca estaba en su casa. Entonces Ana Carolina decidió contarle todo a su mamá. Todo. Fue entonces que la justicia se activó contra el sujeto que había tenido relaciones sexuales con una menor de edad.
El 22 de julio el Juzgado de Sentencia de Ahuachapán condenó a 20 años de prisión a Ayala Escalante por el delito de violación en menor e incapaz.