Diego Francisco Romero pidió el alta médica el pasado martes por la tarde. Les aseguró a los médicos que ya se sentía bien y que se quería regresar a su casa. Ante la insistencia del paciente, y tras constatar que ya se encontraba estable de salud, los doctores atendieron su petición.
El pasado domingo, Romero había recibido un balazo en una de sus rodillas. Todo ocurrió cuando se encontraba en la vela de la madre de un agente policial, en el municipio de Jucuapa, departamento de Usulután.
De pronto, en pleno funeral, se generó una balacera. Un grupo de pandilleros de la MS que perseguía a un pandillero del Barrio 18 dispararon sin importarle que la víctima se había refugiado en la funeraria repleta de gente.
Siete personas resultaron lesionadas. Romero era una de ellas: un proyectil le había atravesado la rodilla y fue llevado a un centro médico. Ahí permaneció hasta el martes. Ese día, desde la mañana, comenzó a pedir a los doctores que le dieran de alta. Aseguró que ya se sentía bien.
Ese día por la tarde, cuando regresaba a su casa, ubicada en el municipio de Nueva Guadalupe, departamento de San Miguel, se tropezó y cayó en un hoyo de dos metros de profundidad. Producto de la caída, se rompió el cuello y falleció casi al instante.
Romero fue encontrado la mañana del miércoles adentro del agujero que, según la Policía Nacional Civil (PNC), había sido hecho por empleados de una empresa distribuidora de energía eléctrica para renovar los postes del tendido eléctrico.