*Carmen comenzó a recibir llamadas de números desconocidos la mañana del 22 de noviembre de 2013. Las amenazas fueron directas desde la primera vez: “si no nos entregás la feria que te hemos pedido te vamos a matar a vos y a tus empleados”.
Días atrás, un sujeto se había acercado a uno de sus empleados y le explicó que tenían que estarle pagando 80 dólares de extorsión. Lo amenazó. Le dijo que, de no hacerlo, iban a matar a todos los trabajadores. Antes de irse, le entregó un número telefónico para que se lo diera a la dueña del negocio.
Pero cuando Carmen recibió la llamada del sujeto desconocido decidió cortarla en seguida y fue a una delegación de la Policía Nacional Civil (PNC) ha interponer una denuncia por el delito de extorsión. Los policías le recomendaron que, para poder atrapar a todos los extorsionistas, debía fingir que iba a colaborar en el pago.
Carmen aceptó y, horas después, marcó el número del pandillero que le había llamado por la mañana. Le dijo que les iba a entregar el dinero a cambio que no le fueran a hacer nada a los empleados ni tampoco a su familia.
“Vergón, entonces con vos me voy a estar entendiendo para que me entregués la feria”, le respondió el sujeto. Carmen le manifestó que estaba bien, que ella se iba a encargar de enviarle los 80 dólares con un empleado de confianza. “A mí no me interesa con quien me lo mandés, sino que me des el billete”.
Acordaron reunirse a las doce del mediodía en una calle del centro de San Salvador. Después, el pandillero le continuó diciendo que “si nos llegás a echar la jura, entonces te vas a dar cuenta de lo que somos capaces de hacerte”.
La víctima le volvió a decir que no se preocupara, que la intención era entregarle el dinero completo porque no quería ningún problema con ellos. “Eso me llega, que entendás bien las cosas, porque como te digo, nosotros no andamos jugando ni hablando por gusto». Luego agregó: «la onda que para ahora quiero esa feria, así que ya te voy a mandar a los morros para que les des los 80 dólares. Y no tengás desconfianza que nada te va a pasar si hacés las cosas al pie de la letra”.
Carmen le dijo que le hiciera el favor de no llegar al negocio para no generar temor entre los empleados y le pidió que mejor se vieran en otro lugar para entregarle el dinero. El pandillero le contestó: “Yo entiendo esa onda, pero me da desconfianza. Le voy a llamar a los morros para ver si se pueden mover a otro lugar, pero si nos echás a la jura vamos a cumplir la amenaza de muerte. Los vamos a matar uno por uno”. Cortaron la llamada.
Minutos después, el teléfono de Carmen volvió a sonar. De entrada, el sujeto expresó: “Vergón, voy a confiar en vos, pero si tratás de hacernos una jugada te la vas a comer toda”. Carmen le dijo que no se preocupara, que el dinero se lo llevaría a unos cien metros del negocio. Le detalló la forma en que el empleado iba a llegar vestido: con una camisa celeste y un pantalón gris oscuro. Y le pidió de favor que no le fueran hacer nada porque él no sabía lo que estaba ocurriendo.
El extorsionista le sugirió que guardara el número por “si alguna vez te llegan otros perros a pedirte dinero, solo llamame”. La víctima le insistió que no se preocupara porque no los iba a delatar con los policías, que no le convenía porque de ese negocio vivía ella y su familia. Pero todas esas llamadas habían sido intervenidas por los agentes. Estos comenzaron a darles seguimiento.
Tras una investigación, la Policía capturó a Jorge Eduardo Hernández, de 18 años de edad, y a Josué Antonio Martínez, también de 18 años de edad, por participar en la extorsión. Ambos fueron perfilados como pandilleros de la Mara Salvatrucha. El pasado 23 de octubre, el Tribunal Sexto de Sentencia de San Salvador los condenó a siete años de prisión.
*El nombre de la víctima y algunas direcciones fueron cambiadas por seguridad.