Salvador Antonio Romero, un doctor cuya esposa se encontraba en su lecho de muerte, aprovechó la ocasión para hacerla firmar papeles en blanco con los que más tarde hizo el traspaso a su nombre de los bienes y acciones de dos empresas de las que era dueña su cónyuge. Sin embargo, la vida hizo las veces de ruleta y la enfermedad desapareció a los pocos meses del cuerpo de doña Emma Alejandra, lo que le permitió darse cuenta que la habían dejado sin nada.
De acuerdo con las investigaciones fiscales, Salvador Romero se encargó de conseguir un abogado-notario con quien habría confabulado para hacerse el traspaso de poderes y así auto-nombrarse administrador único propietario y representante legal de la empresa SANOLI S.A. de C.V que con años de esfuerzo había logrado sostener su esposa.
Emma Alejandra también es doctora de profesión, y para cuando sucedieron los hechos ya tenía más de diez años de casada con Salvador Romero, con quien convivía en un hogar feliz; no obstante, ella padecía de una enfermedad desde hacía un tiempo y un coágulo en el cerebro le provocó una parálisis en la mitad derecha del cuerpo, según el expediente del caso.
Al poco tiempo, luego de ver el grave estado de salud en que se encontraba Emma, su esposo empezó a pedirle que firmara unos papeles sin mencionar que servirían para quitarle sus bienes. La mujer sospechó y se negó a firmarlas en un principio, pero luego de varias insistencias y adulaciones terminó por aceptar, según detallan los abogados.
Postrada en una cama y pudiendo utilizar únicamente la mano izquierda, Emma Alejandra empezó a firmar uno a uno los papeles que la dejarían sin nada. Primero un terreno, luego las acciones de una empresa y –según los acusadores– también el traspaso del mando general de la empresa SANOLI S.A. de C.V. a nombre de su esposo, quien estaba convencido de que la iba a ver morir a causa de la enfermedad que sufría.
Por si fuera poco, el último papel que Emma Alejandra firmó, el 29 de marzo de 2009, serviría para crearle una deuda de $100 mil a favor de su esposo, quien, según el documento, le había prestado dicho monto “para atender su enfermedad”, lo que automáticamente lo convertiría en el dueño de todas sus propiedades puestas en figura de hipoteca.
Desde entonces Salvador Romero empezó a cobrar las ganancias de las empresas y, de acuerdo con la investigación fiscal, a enriquecerse con el fruto del esfuerzo de su esposa quien se mantenía postrada en una cama.
Sin embargo, las cosas empezaron a cambiar y al doctor Romero el panorama dejó de parecerle favorable cuando su esposa comenzó a caminar y poco a poco fue dejando atrás la parálisis hasta que se logró incorporar lentamente a su vida cotidiana y mostrar grandes avances de salud.
Entonces llegó el día en que Emma le pidió cuentas a su esposo sobre los bienes que supuestamente le estaba administrando, y preocupada le preguntó por el avance en la empresa y las inversiones realizadas. El doctor Salvador trató de evitar el tema y sobre la base de las excusas decidió negarle la información solicitada por su esposa.
Pero Emma llamó a su abogado de confianza y le solicitó que hiciera las averiguaciones necesarias para comprobar que su esposo no había utilizado mal las autorizaciones que, según ella, le había dado a su esposo para poder administrar temporalmente sus bienes.
Papel tras papel, el abogado de la doctora fue mostrando los resultados de la investigación que no tardó mucho en dar resultados: su esposo se había apoderado de cada centavo, dejándola prácticamente en la calle, según reza el expediente judicial.
Luego de un largo proceso judicial en su contra que ha dejado botados dos sentencias de diferentes tribunales, este miércoles 11 de noviembre, el Tribunal Segundo de Sentencia de San Salvador llevó a cabo la vista pública que quedó en continuación, y será hasta el jueves que se conocerá el destino que la justicia le depara a Salvador Romero.