Las dos hojas del portón negro se abrieron y el pick up entró sin ninguna dificultad. Adentro había un amplio parqueo, ventilado, donde el sol golpeaba con fuerza. El vehículo se estacionó a pocos metros del corredor, cerca de unas sillas con monturas de caballo. Dos hombres bajaron a toda prisa y caminaron hacia adentro. Eran pasadas las dos de la tarde.
La hacienda era extensa. De un largo pasillo apareció un hombre de cabello cenizo y rostro enfurecido. “Hay viene mi viejo”, gritó con ímpetu y se llevó una mano a la cintura. Ahí, incrustadas en un cinturón, tenía dos pistolas nueve milímetros: una bañada en oro y una color negro.
Era Roberto Herrera, conocido entre sus amigos como “El Burro”, un ganadero santaneco vinculado por el periódico digital El Faro al cártel de Texis, una estructura de crimen organizado que opera en el occidente del país.
“El Burro” les preguntó a sus invitados si querían cocaína, mujeres o comida. De pronto sacó la pistola dorada y le disparó a una vaca en la cabeza. El animal cayó al suelo, desvanecido, muerto. En seguida les dijo a sus empleados que la destazaran y la cocinaran de inmediato. Fue una señora la que se encargó de preparar la carne en una barbacoa.
Instantes después, «El Burro» le ordenó a un empleado que fuera a traer cocaína, y así lo hizo; regresó con una bolsa transparente que contenía dos libras de un polvo blanco y se la entregó a su patrón. «El Burro» les ofreció a sus amigos. Uno de ellos era Antonio Filiberto Vaquero y el otro un joven que después se convertiría en testigo criteriado.
Herrera comenzó a consumir cocaína, sacó de nuevo la pistola bañada en oro y le disparó al joven, cerca de los pies, como en seis ocasiones. En tono irónico le dijo a Vaquero: “Vamos a ver si este bicho es hombre”. El joven esquivó las balas como pudo y se quedó callado por temor a que lo asesinaran. El cielo había comenzado a oscurecer.
Luego de eso, «El Burro» le ordenó a otro empleado que fueran a sacar más armas. El hombre regresó con dos fusiles M-16 y una carabina. En la hacienda estaba una joven de cabello rubio, como de unos veinte años, que era muy cercana a Herrera. También estaban como a siete hombres armados y otros empleados domésticos. Cuando salieron de la hacienda, eran pasadas las diez de la noche.
El robo
Días antes que «El Burro» se reuniera con sus amigos en la hacienda, les había llamado por teléfono para pedirles que le consiguieran un automóvil marca Toyota, modelo Yaris, color blanco, año 2009. Esas eran las indicaciones precisas.
Para ese entonces, Herrera había consolidado una banda de robacarros que le conseguían vehículos de distintas marcas para enviarlos a Guatemala y Honduras. Así lo detalla un expediente presentado por la Fiscalía General de la República (FGR) ante el Juzgado Especializado de Instrucción A de San Salvador. El requerimiento documenta trece casos, pero solo en uno aparece la participación de “El Burro”.
El 5 de mayo de 2012, los asaltantes decidieron hacer el trabajo que les había solicitado Herrera. El robo del vehículo, con las características que este les había indicado, lo hicieron en la colonia Lomas de San Francisco de San Salvador.
El robo ocurrió cuando aún era de mañana. La víctima abrió la puerta de su casa y, de repente, observó a dos sujetos que se le quedaron viendo de una manera extraña. Sintió desconfianza e intentó ingresar de nuevo a la vivienda. Pero, en ese momento, uno de los sujetos le apuntó con una pistola y le advirtió que no se moviera. Lo amenazó con matarlo y le pidió que abriera el carro. Este no opuso resistencia e hizo todo lo que le indicaron.
Cuando la víctima abrió la puerta del vehículo, uno de los sujetos lo abordó y lo obligó a subirse. Le pidió que desactivara la alarma. Luego le exigió que se bajara. Y fue en ese momento que los sujetos se marcharon a bordo del automóvil. Al interior había una gabacha para médicos y un carnet de empleado de hospital.
El plan
Una de las pruebas que presentó la Fiscalía en su investigación fue el relato de la víctima, a quien durante el juicio se le reconoció como “Chelito”. Este ratificó todo lo que ocurrió el día en que lo despojaron de su automóvil. Pero, el testigo clave fue uno que los fiscales denominaron “Tauro”. Este fue el joven que tuvo que esquivar las balas que «El Burro» le realizó cuando llegó a su hacienda.
Durante el proceso judicial confesó que el robo fue planeado por «El Burro» Herrera, Vaquero, una mujer conocida como “La Rubia”, llamada Karla Jessica Bolaños, y él. Recordó que ese día, después de haber robado el vehículo se fueron a Santa Ana a entregar el automotor. Viajaron a bordo de un pick up Toyota marca Hilux, color gris.
Fue el mismo testigo quien condujo el carro robado hasta Santa Ana, a un lugar conocido como El Triángulo. Ahí tenían que hacer la entrega. El testigo estacionó el vehículo cerca de la entrada de emergencias del hospital San Juan de Dios. Al cabo de uno minutos, llegó la Rubia en un automóvil color azul poralizado. Luego de hacer la entrega, regresaron a San Salvador.
Días después, ambos llegaron a la hacienda del Burro para cobrar el dinero de los vehículos robados. Antes de irse, «El Burro» les pagó en efectivo el Yaris blanco. El dinero se los entregó en un sobre manila cerrado. También les canceló un vehículo Mazda que le habían llevado una semana atrás.
El Burro le comentó a Vaquero que estaba muy complacido con los vehículos, porque el negocio le estaba yendo bien con «los chapines y los catrachos». Les contó que todos los carros que le llevaban los negociaba con gente de Guatemala y Honduras.
Incluso, les detalló que el vehículo Yaris blanco ya se lo habían llevado a Guatemala y el Mazda lo había negociado con un comprador de Honduras. Los invitó a que siguieran trabajando de esa manera y les insinuó que con él tenían las puertas abiertas para todo.
Les explicó que los carros los mandaba a recibir con La Rubia porque ella era su brazo derecho (en ese momento abrazó a la mujer). También les dijo que cualquier cosa se la hicieran saber por medio de ella o a través de llamadas directas a su teléfono celular. Les insinuó que para eso les daba chips de telefónicos con 500 dólares de saldo.
“El Burro” fue capturado en julio de 2013 cuando salía de la Feria Ganadera que se celebra todos los años en Santa Ana durante las fiestas patronales.
El pasado 21 de septiembre, «El Burro» Herrera fue condenado a 35 años de prisión por el delito de robo agravado en perjuicio de tres personas a quienes les quitaron sus automóviles. Este fue otro expediente que los fiscales presentaron en los Juzgados Especializados de Santa Ana. Cuatro meses antes, el pasado 19 de mayo , fue condenado a ocho años de prisión por el robo de un pick up realizado en Ahuachapán en el año 2012. Con las dos sentencias en su contra sumó una condena de 46 años de prisión.