No en todas las iglesias se adora a Dios, pero algo se tiene que adorar, y los pandilleros de la Mara Salvatrucha también tenían la suya. Ubicado en el Centro Histórico de San Salvador, sin letrero que lo identificara y sin bancas en donde los feligreses llegaran a sentarse, un local cercano al mercado Sagrado Corazón hacía las veces de templo para la clica de los Central Locos Salvatruchos (CLS), su pastor y los 30 miembros que contribuían a cobrar la extorsión bajo la fachada de buenos cristianos.
Con presencia en gran parte del centro de San Salvador, incluidos el mercado Central, el parque Zurita y los condominios Españoles y Venezuela, la mara tenía montada su estructura de extorsión, muerte y narcomenudeo.
Con la fachada de ser pastor evangélico, Pedro Antonio Jiménez De León era el que oficiaba los cultos en las esquinas de los parques y plazas del centro histórico, y coordinado con El Samy, quien llevaba la palabra de los CLS, y los 30 –entre pandilleros y colaboradores– agremiados, por así decirlo, se encargaban de cobrar la renta frente a los ojos de los agentes de la Policía Nacional Civil (PNC) sin que nadie sospechara en lo más mínimo; y luego se reunían en un local administrado por la mujer de un miembro de la clica disfrazada como iglesia.
De acuerdo con las seis piezas de expediente judicial al que Diario1 tuvo acceso, la clica de los CLS son el motivo de gran parte de los delitos cometidos en el Centro Histórico. Desde extorsiones hasta homicidios, amenazas y tráfico de drogas, esta estructura ha operado en los últimos años ganando control de los territorios disputados con el Barrio 18, a quien también se le atribuyen la otra mitad de las muertes y extorsiones del centro.
Tal es el control de la pandilla en sus territorios que para entrar a la zona de la clica CLS, todo aquel que tiene carro debe ingresar con las luces apagadas como señal de que es habitante de la zona, y el que no lo haga es detenido y requisado por los pandilleros para verificar que no sea miembro de la pandilla contraria.
Las investigaciones comenzaron en febrero, cuando, luego de varias denuncias que vinculaban a los mismos sujetos a varios ilícitos, un testigo que no quiso ser identificado por su nombre en el expediente judicial, señaló que un pastor que llegaba realizar cultos en el centro era en realidad un pandillero que en lugar de pedir diezmo cobraba la denominada “renta” a las vendedoras.
Detrás del supuesto pastor estaba la clica, y entre sus miembros destacan el papel que jugaron La July y La Kim, dos colaboradoras de la pandilla que se movían entre las mujeres, aparentemente devotas que llegaban a adorar a Dios y a repetir las oraciones del pastor, y les pasaban indicando, sigilosamente que entregaran lo acordado. Entre $20 a $40 dependiendo del tipo de venta que tuviera en el mercado.
Este método, según los informantes que pidieron ser testigos con régimen de protección, fue adoptado por algunas clicas de la MS luego de que la presencia policial en el centro de San Salvador aumentara, y así poder acercarse a las víctimas incluso frente a la autoridad y cobrar la extorsión.
Pero no solo bajo el disfrás de pastores y religiosos los pandilleros de la CLS se hacían de la extorsión. Había otra cosa que también hacían de manera religiosa. Todos los miércoles, exactamente a las 9:00 de la mañana, pasaban dos mujeres de la pandilla cobrando la renta en cada puesto del mercado Sagrado Corazón. El dispositivo montado para ellas empezaba desde que las pandilleras eran de otra zona para que no las reconocieran, y siempre iban escoltadas por dos pandilleros más que las cuidaban de lejos.
Así, nuevamente, de $20 a $40 pasaban pidiendo, dependiendo del tamaño y el tipo de venta de cada local de las vendedoras.
Fueron tres policías de la División Central de Investigaciones (DCI) de la Policía Nacional Civil (PNC) quienes participaron directamente en las pesquisas. Se involucraron con los vendedores y, según reza en el expediente judicial, utilizaron la filosofía de Policía Comunitraia, para ganarse la confianza y conseguir siquiera que les señalaran algunas caras de los pandilleros.
Fue poca la información que recibieron, pero sirvió para agarrar la línea de investigación que los llevó a la falsa iglesia. Si bien en todas partes del país la población le tiene miedo a la pandilla, en el centro de San Salvador le tienen pánico. De hecho, tampoco los policías quisieron ser identificados con su nombre durante el proceso judicial por temor a ser ubicados y asesinados por la pandilla. Uno utilizó la clave Caribe, otro Tailandia y el tercero Volcán.
Las investigaciones determinaron que la CLS también se dedica a la venta de droga. El crack y la marihuana, según relatan los testigos, la guardaban en bolsas negras o en cajas de café y la escondían en los barriles de basura entre los promontorios de basura, y le advertían a los recolectores de basura de la alcaldía que antes de vaciar los barriles en el contenedor les avisaran.
Un día, quizá por olvido o por que los recolectores eran nuevos en la zona y nadie les advirtió, vaciaron los barriles sin avisarle a los pandilleros. Estos, al ver lo que habían hecho con la marihuana, los llevaron a un callejón, los golpearon y les advirtieron que si lo volvían a hacer los iban a matar. Que siempre, siempre, siempre tenían que avisar a la pandilla para sacar la droga.
Los agentes de la DCI fueron individualizando a cada pandillero para ir atando cabos. Primero interceptaron a La Kim, de unos 23 años de edad, pie trigueña y gúteos pronunciados (de ahí el apodo). La agarraron cerca del mercado Sagrado Corazón, parada en una esquina y viendo hacia todos lados en reiteradas ocasiones. Se le notaba nerviosa por lo que los policías se le acercaron y le dijeron que les mostrara lo que andaba en la “cangurera” que traía puesta en la cintura.
Sudando y con un constante temblor en las manos que le llegaba a la boca, La Kim sacó de la cangurera $250 y luego de escuchar varias preguntas le explicó a los policías que se trataba de la venta que había hecho de su venta, y les mostró y bote con dulces baratos que llevaba en las manos.
“Algo que nos sorprendió en sobremanera puesto que para ser una vendedora de dulces, es una cantidad considerable”, explica uno de los agentes en su entrevista ante el juez.
Luego fueron identificando a los demás pandilleros y colaboradores hasta que el 25 de octubre de 2015 la Fiscalía General de la República (FGR) giró 35 ordenes de captura en contra de los implicados en la red de extorsión y varios homicidios atribuidos a los CLS.
En un operativo realizado entre la noche del 26 y la madrugada del 27 de ese mismo mes, un grupo de la división especial Antipandillas de la PNC en coordinación con la FGR lograron la captura de 28 pandilleros, entre ellos a Jiménez De León, quien hacía las veces de pastor de la mara, y más tarde serían capturado nueve más.
El pasado 30 de octubre, el Juzgado Especializado de Instrucción “B” determinó que 31 de ellos, incluidos el falso pastor, deberán guardar prisión en diferentes penales del país, quebrantando de esta manera la iglesia que fundó la pandilla.