Los tres pandilleros llegaron al negocio de Carlos exigiéndole que les entregara el dinero acordado. Este se quedó asombrado y les preguntó que a qué dinero se referían. Los pandilleros no dieron explicaciones, únicamente lo insultaron y le dijeron que al siguiente día iban a llegar a traer los 2 mil dólares. Le advirtieron que si no entregaba el dinero lo iban a matar.
Al siguiente día por la mañana le llamaron a su negocio y le recordaron que a los dos de la tarde iban a llegar a recoger el dinero. Este les volvió a pedir explicaciones. Pero la respuesta fue la misma de siempre: “si no pagás te vamos a matar a vos y a toda tu familia”. Las amenazas fueron más allá y le dijeron que también “te vamos a quemar el negocio”.
Fue entonces que Carlos, quien tenía una tienda en San Salvador, interpuso una denuncia ante la Policía Nacional Civil (PNC), quien inmediatamente designó a un equipo de investigación para abordar el caso. Los agentes le recomendaron a la víctima que negociara con los extorsionistas.
Pero, Carlos les dijo que no estaba emocionalmente preparado para negociar con los pandilleros y cedió la investigación para que uno de los policías les siguiera la pista a los extorsionistas. Fue así que comenzó un plan para lograr atrapar a los victimarios.
El agente que, camuflado como víctima, fue designado para negociar con los pandilleros comenzó a hablar por teléfono con los extorsionistas. La primera entrega de dinero fue fijada para el l 7 de octubre de 2013.
El agente llegó a un acuerdo con los extorsionistas para entregarles el dinero ese mismo día. Les prometió darles 200 dólares en efectivos. Los agentes decidieron levantar un acta seriada de los billetes que serían entregados a los pandilleros. El acuerdo fue que la entrega se haría a las diez de la mañana frente al negocio de la víctima. Se organizaron cuatro equipos policiales.
El policía, camuflado como víctima, se encargaría de entregar el dinero. Otro de los agentes se iba a colocar en una esquina desde donde iban a tomar fotografías de la escena. Y otros tres policías, a bordo de una patrulla, iban a brindar seguridad perimetral y apoyar en la identificación de los sujetos.
Cuando los equipos estaban integrados y listos para realizar el operativo, el agente les llamó a los extorsionistas para decirles que ya tenía el dinero. El pandillero le dijo que la persona que recogería el dinero iba a llegar en un taxi amarillo. Quince minutos después, un vehículo se estacionó a tres cuadras del negocio.
El agente se acercó al taxi y observó a dos sujetos: uno delgado y moreno, y otro de más avanzada edad. Sin cruzar muchas palabras, les entregó el dinero. El vehículo salió en dirección al Boulevard Los Próceres. En ese momento, la patrulla policial les comenzó a dar seguimiento.
Los interceptaron algunas cuadras más adelante, les pidieron que se bajaran del automóvil y que se identificaran. El sujeto que había cobrado la extorsión fue identificado como Adalberto Alexander Lemus Salinas, de 18 años de edad, el segundo sujeto fue identificado como Mario Alfonso Canizalez, de 38 años de edad. Después de haberlos identificado, la Policía los dejó ir.
Segundo y tercer pago
La segunda entrega fue de la misma manera. Ocurrió catorce días después. La Policía aplicó la misma estrategia con los mismos dispositivos. La hora pactada para entregar el dinero fue a las doce del mediodía. El policía volvió a llamar por teléfono al extorsionista y este le dijo que, en esta ocasión, llegaría una “chava” a recoger el dinero.
Minutos después, una joven que vestía una camisa gris y un pantalón negro se bajó del taxi y se dirigió a la entrada del negocio. Le dijo al agente le entregó el dinero sin decirle ni una palabra.
La patrulla policial, que se encontraba a pocas cuadras del lugar, le comenzó a dar seguimiento al taxi que salió en dirección a un costado del estadio Cuscatlán, en la calle que lleva hacia el municipio de Huizúcar.
En cierto momento, la patrulla los interceptó y les pidió que entregara los documentos. El conductor del taxi fue identificado como Godofredo Bernal Urquilla, de 46 años de edad, y la joven fue identificada como Sofía Alejandra Martínez Merino, de 18 años de edad. Después del procedimiento también los dejaron irse.
La tercera y última entrega ocurrió el 11 de noviembre. Solo que en esta ocasión, cuando la policía interceptó el taxi, registró que los sujetos encargados de cobrar la extorsión fueron identificados como Adalberto Alexander Lemus Salinas, de 18 años, quien cobró la extorsión, y el conductor fue reconocido como Mario Alfonso Canizalez, de 38 años.
Los pandilleros fueron detenidos días después y llevados hasta los tribunales de justicia. En diciembre de ese mismo año, todos los extorsionistas fueron condenados a distintos años de prisión por el delito de extorsión. En el expediente fiscal no se detalla si el dinero fue reembolsado al comerciante. El pasado 16 de octubre, el Tribunal Sexto de Sentencia de San Salvador realizó un proceso abreviado contra Mario Alfonso Canizalez, quien confesó haber participado en la extorsión.