El Salvador
domingo 24 de noviembre de 2024

Fiesta acabó en matanza: dos exsoldados y un ciudadano canadiense ejecutados en Usulután

por Redacción


Extraoficialmente se maneja que los exsoldados eran el sicario y cobrador de extorsiones de la pandilla.

Eran las nueve de las noche y el licor ya se había terminado. En una de las casas  más antiguas del cantón el Ojuste, en Usulután, ancianos, jóvenes y niños celebraban una fiesta de graduación de un párvulo. La música estridente inundaba las calles de tierra sin alumbrado eléctrico. Afuera, sentados en tres sillas, tres postes de la clica Camaradas Locos Salvatruchos de la MS-13 vigilaban que ningún desconocido se acercara. Sin que lo supieran -¿Cómo iban a saberlo? Estaban a punto de ser ejecutados.

Cuando la sed etílica apretó más los enfiestados decidieron mandar a comprar licor a un joven que desde hacía algún tiempo vivía en Canadá pero que había regresado a El Salvador al entierro de su abuela que murió dos semanas atrás. El migrante salvadoreño salió en su motocicleta y se perdió en el horizonte oscuro.

Entonces el asalto comenzó.

Un grupo de miembros del Barrio 18 vestidos con camisas azules y negras –simulando ser policías- saltaron desde atrás y los costados de la casa, interceptaron a los vigilantes de la pandilla enemiga, los llevaron a empujones a la fiesta. Cuando los vieron entrar la fiesta terminó: con sus escopetas 12 y fusiles AK-47 los asesinos ordenaron a todos tirarse al suelo, boca abajo y con las manos en la nuca.

Fue cuestión de segundos. Los pandilleros dispararon una y otra vez a todo el mundo. Hirieron en el brazo a una anciana de 80 años, a un niño de once en la cabeza, abrieron a balazos a otros.

Los muertos fueron identificados como Nelson Mauricio Rodríguez, Freddy Enrique Juárez, Geovany Quintanilla Fuentes y Luis Alonso Juárez.

Cuando las balas terminaron de llover los criminales se quedaron un momento. Luego salieron despacio. El teléfono del motociclista que había salido a comprar licor empezó a sonar. Alguien le suplicaba que no regresara porque ya no había fiesta sino tragedia. Pero estaba tan borracho que no entendió y volvió al lugar en el que había estado unos minutos antes. La moto y las compras quedaron tiradas cerca de una milpa.

Foto Mauricio Menotty

Foto Mauricio Menotty