Sidney Blanco, uno de los cinco magistrados de la Sala de lo Constitucional que firmaron la sentencia que declaró terroristas a las pandillas aclaró este miércoles que la sola “voluntad” de querer integrar una pandilla es constitutivo de delito y por tanto un pandillero es un “terrorista” que podrá ser juzgado bajo esa figura penal.
“Cuando alguien entra a estas agrupaciones sabe que están dispuestas a delinquir. Si deciden voluntariamente formar una agrupación, esa simple voluntad lleva implícita una intención delictiva. Por lo tanto, la sola pertenencia a una agrupación con estas características, llámese grupos terroristas o agrupaciones ilícitas, es penada”, expuso en la entrevista República Sv.
Ante las dudas de cómo un juez podrá detectar que una persona procesada pertenece a una pandilla, Blanco dijo que eso no resulta tan complejo para un juzgador porque en muchos caos los mismos pandilleros confiesan pertenecer a una estructura.
“Nuestra legislación acepta cualquier clase de pruebas para demostrar hechos o circunstancias. La vinculación de una persona con una agrupación de estas características se puede acreditar por cualquier medio de prueba. La Policía tiene fichado cuando han sido capturados… pero acá hay algo bien curioso, los pandilleros se identifican como tales y piden a los jueces ser enviados a centros penales específicos”, comentó.
Respecto a la apología del delito, otro punto que aborda la sentencia, Blanco descartó incluir como terroristas a personas que trabajan para evitar que las pandillas continúen delinquiendo. Ante la interrogante si se podía considerar dentro de esa categoría a aquellas personas que abogaron por la tregua entre pandillas, el magistrado respondió:
“Cuando nosotros hablamos que debe redefinirse la conducta de los apologistas es a quienes enaltecen al crimen, exhortan a la comisión de los mismos, a quienes admiran a los delincuentes e invitan a continuar con esa actividad. Es importante la pregunta porque se ha mencionado alguna preocupación de alguna gente que está dedicada a hacer exactamente lo contrario, a estimularlos para que abandonen el crimen, a que se reinserten a la sociedad y se dediquen a trabajos lícitos. Esos no son apologistas”.