El día que lo asesinaron, el agente Edenilson Aguilar se encontraba de licencia, descansando en su casa. Era tarde. Su hijo se estaba sentado afuera de la vivienda, ubicada en el reparto La Campanera, municipio de Soyapango, departamento de San Salvador.
Y de repente, un pandillero de la zona, conocido como «El Chino», se aproximó al joven y le dijo que quería hablar con su papá. El hijo del policía entró a la casa y le dijo a su padre que “El Chino” quería decirle algo.
El agente accedió y caminó en dirección a la calle acompañado de su hijo. Por un instante dudó en llevarse su arma de fuego. “¿Me llevo el cohete”?, le preguntó a su hijo. Sin embargo, al final decidió salir sin su pistola. A pesar que no se involucraba con los pandilleros del sector, tenía confianza que no le harían nada porque lo conocían y sabían que era policía.
Cuando el agente Pérez y su hijo se encontraron con “El Chino”, el pandillero les pidió que le hicieran un favor. Los condujo hasta la zona verde de la colonia. En ese lugar se encontraban otros dos sujetos con los alias “El tamal” y “El tatuado”.
Y de prontó se escuchó una descarga de disparos. Todo sucedió en pocos segundos. No hubo riñas. Nadie escuchó discusiones, ni gritos, ni nada que hiciera sospechar algo malo.
Un testigo criteriado, con clave “12”, asegura haber observado cuando Israel Antonio Pérez García, alias “El Chino”, un pandillero del Barrio 18 del ala sureña, corría con un arma en la mano instantes después del asesinato de Edenilson Antonio Pérez Aguilar, de 45 años de edad, agente de la Policía destacado en la colonia Quezaltepec de Santa Tecla, y a su hijo Brandon Alexis Aguilar, de 16 años.
En la investigación, además del relato del testigo criteriado, la Fiscalía General de la República (FGR) ha documentado los resultados que practicaron los médicos forenses. En el dictamen de Medicina Legal consta el tipo de daño que recibieron las víctimas.
También ha anexado el acta de captura del acusado y fotografías a través de las cuales el testigo reconoció al imputado como uno de los asesinos del policía y su hijo.
El pasado 2 de septiembre, “El Chino” enfrentó la audiencia inicial en el Juzgado de Paz de Soyapango. Su abogado defensor expuso dos interrogantes: ¿cómo un agente policial con 18 años de pertenecer a la institución policial y la experiencia acumulada pudo confiarse al atender el llamado del acusado? y ¿por qué no llevar su arma siendo consciente de los riesgos que corría viviendo en una zona altamente peligrosa?
La jueza respondió a las dos interrogantes del abogado defensor. Primero dijo que, hace 18 años las casas eran atractivas en el reparto La Campanera y el costo se acomodaba a “la realidad quizá del agente policial”. A la segunda duda manifestó que en esa época las circunstancias seguramente eran distintas.
En su resolución la jueza afirmó que el delito de homicidio agravado no daba treguas y por eso decretó instrucción con detención. Antes que “El Chino”, quien estuvo en toda la audiencia con la cabeza agachada, abandonara la sala, la jueza le preguntó a qué penal quería ser enviado. Después de unos segundos de silencio, el imputado murmuró algunas palabras y salió con destino a la cárcel.