Una semana atrás el rostro de la señora Cushworth era distinto. Estaba agobiada, rota, sumida en una profunda tristeza. La pesadilla comenzó cuando supo que su hijo no era su hijo. Al que había amamantado durante tres meses era otro. El suyo estaba en una casa diferente y con otros padres. Lejos, muy lejos de ella.
Han pasado diez días desde que recuperó a su bebé. Y ahora la señora Cushworth tiene una mirada diferente y una inalterable sonrisa en su rostro. Este miércoles, en un hotel capitalino y con su hijo en brazos, describió cómo han sido estos días. En su corazón hay tranquilidad, pero nada ha sido fácil.
“El bebé es muy alegre y se comporta como si ya conociera a sus padres. Cuando me lo entregaron vi que estaba bien cuidado y bien amado. Ha pasado riéndose y muy conectado con su familia. El apetito está bien, come bastante, es comelón”, comenta entre risas la señora Cushworth.
En su memoria está intacto el momento cuando supo que su hijo había sido encontrado. Los nervios invadieron su cuerpo y sintió temor y alegría. Era una mezcla de sentimientos encontrados. Horas antes había estado en un tribunal de justicia de San Salvador. Se sentía cansada, débil, casi derrotada. Y todo eso cambió de súbito.
“Es algo que nunca voy a olvidar, y que va a afectar mi vida y la de mi esposo para siempre. Es como una marca, una cicatriz que vamos a tener de por vida. Así como la marca de mi cesárea que me hicieron en este parto, la marca de lo que sucedió siempre va a estar en mi corazón”.
La señora Cushworth señala que en redes sociales la han desacreditado. Algunas de las críticas que han circulado en internet, según expuso, son que todo se trató de una farsa, que ella misma fraguó el intercambio de bebés para conseguir beneficios económicos y que ya tenía antecedentes por casos similares. Ella asegura que todo eso es mentira y que mejor ha ignorado esos mensajes.
“Si mi delito ha sido buscar a mi hijo, entonces ¿de qué se me puede acusar? Las personas que me conocen saben que sería incapaz de hacer todo lo que dicen que había hecho”, expresa.
También dice que, ahora que ha recuperado a su hijo, no le guarda rencor a nadie. Pero que está interesada en anotar un precedente para que no ocurran más casos como el suyo. Por ello, no piensa desistir de las acciones legales contra el hospital que atendió su parto.
Demanda económica
Los abogados querellantes sostienen que existen suficientes irregularidades para seguir investigando el caso y sustentarlo en el proceso penal que inició la Fiscalía General de la República (FGR) en un tribunal de justicia contra Alejandro Guidos, médico que atendió el parto en el hospital Ginecológico.
“Todos han querido ver bien simplista la acción del doctor. Pero en este proceso también hay otras acciones del doctor que al reunirlas podría presumirse que hay alguna responsabilidad. O sea, el mismo doctor es el que días después firma otros plantares que le entregaron a la señora. Eso, a juicio de nosotros, amerita una investigación”, expuso Ricardo Martínez, uno de los querellantes.
En una entrevista con La Prensa Gráfica, el doctor Alejandro Guidos, quien fue acusado por el delito de suplantación y alteración familiar, aseguró que él no había elaborado los plantares y que cuando le pidieron que lo firmara lo hizo de buena fe.
Los querellantes aseguran que han valorado presentar una denuncia más amplia y que tienen la autorización de la familia afectada. “Lo que se quiere es sentar un precedente. Aquí hay empresas que se han dedicado a obtener ganancias por 50 años, como ellos lo han dicho, y han cometido errores como estos. Y si no se hace un alto en el camino y se les exige una indemnización económica, ellos van a seguir en lo mismo”.
Descendiente de una beata
La madre de la señora Cushworth ronda los 60 años de edad. Es piel trigueña y ojos café claros. Asegura ser de descendencia española y que su tía abuela es la beata Nazaria Ignacia March Meza. Está feliz porque su verdadero nieto fue encontrado y regresó a casa, y también defiende a su hija de la tormenta de críticas que ha recibido en redes sociales.
“Mi hija es un ejemplo. Desde bien chiquita, como a los 11 años, comenzó a servir. Es una persona dedicada al cien por ciento a las cosas de Dios. Es misionera en una iglesia evangélica. Y creo que este es un milagro, porque bien pronto se supo sobre el niño. Dios es omnipotente y ahí están los resultados. Se han dicho muchas cosas. Hasta yo he salido en la colada, a mí que ni me conocen. Ha habido todo tipo de ofensas, pero también mucha gente que nos ha apoyado”, manifiesta Mercedes Casanellas Huidobro, madre de la señora Cushworth.
Luego agrega que ella es una persona muy católica y que por eso pidió al arzobispo de San Salvador que se pronunciara sobre el caso. “Me avoqué a la iglesia católica y el arzobispo dio todo el apoyo. En algunas iglesias católicas hubo misas y oraciones. Yo soy muy católica. Quizá es porque la hermana de mi abuela es la beata Nazaria Ignacia March Meza”.
March Meza, según una enciclopedia de santos en internet, fue una religiosa que se trasladó con su familia desde muy joven a México. En ese país conoció a las Hermanitas de los Ancianos Desamparados. Ingresó a estudiar a ese instituto y años después fue enviada a Bolivia. Ahí fundó un asilo para ancianos. El trabajo social a lo largo de su vida hizo que en 1992, casi 50 años después de su muerte, el Papa Juan Pablo II la declarara beata.