Mayli murió en los brazos de su madre, ahogada, presionada por los mismos pechos que la amamantaban. Solo tenía ocho meses. A su madre le llenaron la espalda de plomo. Las dos murieron juntas.
El reloj marcaba las siete de la noche. Las calles del caserío Villalobos estaban oscuras. De pronto, los vecinos de referido caserío oyeron pasos en dirección a un pasaje empedrado del cantón Tocamatepeque, ubicado en el municipio de San Pedro Perulapán, departamento de Cuscatlán.
Eran unos sujetos que vestían con ropas oscuras y que llevaban armas de fuego en sus manos. Ingresaron a una de las viviendas y segundos después se escuchó una descarga de balas. Luego otras dos descargas más.
Los pasos se volvieron a escuchar, lentos, descender hacia la calle principal. El motor de un vehículo se encendió y se puso en marcha a toda velocidad. Después todo fue silencio.
Fueron las patrullas policiales las que alarmaron a los vecinos de referido caserío. Algo malo había sucedido. Instantes después, la noticia corrió de casa en casa. Carolina y su bebita estaban muertas.
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San Pedro Perulapán es un municipio con un pequeño casco urbano, pero sus cantones son amplios y la mayoría parecen laberintos; calles de tierra sin salida. En los últimos meses se ha convertido en un municipio que acapara las páginas de los periódicos nacionales.
El pasado 31 de julio, una niña de siete años y dos jóvenes fueron asesinados en el interior del cantón La Esperanza cuando celebraban un cumpleaños. El objetivo era matar a un pandillero que se encontraba en la fiesta, pero no hubo tregua, los rociaron a todos.
Cinco días después, en un cantón aledaño conocido como El Rodeo, cuatro personas fueron asesinadas en un bus de la ruta 144. En esa ocasión, la misión de los pandilleros era matar al motorista por no parar la unidad de transporte cuando estos querían subir a asaltar a los pasajeros.
Los dos casos fueron atribuidos, por autoridades policiales, a un sujeto conocido como Chente Cabra, quien ha tomado el control del cantón La Esperanza y ha realizado varios atetados contra residentes de otros caseríos.
El municipio ha sido catalogado por la Policía Nacional Civil (PNC) como el más violento del departamento de Cuscatlán. Solo en los primeros días de agosto la cifra de crímenes supera los veinte.
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El padre de Mayli también fue herido de bala. Lo llevaron de emergencia a un hospital y aún está con vida. Los atacantes le dispararon y le hirieron la espalda. Pero logró escapar.
Sin embargo, el abuelo de la bebé quedó tendido en una hamaca con el cuerpo perforado. Era ciudadano americano, tenía 26 años de vivir en los Estados Unidos y hacía dos semanas había regresado a El Salvador. También fue asesinado.
La casa de Carolina es una de las mejores construidas en el caserío Villalobos. Las paredes son de ladrillo de bloque y el techo de duralita. El patio es amplio y está rodeado de matas de guineos. La mayoría de las otras viviendas son de adobe y tejas de barro.
La casa había sido construida con la ayuda de su padre, quien le mandaba dinero desde los Estados Unidos. Pero, este diez de agosto también fue asesinado junto a su hija y su nieta.
Cuando la policía llegó al sector encontró tres cadáveres, solo eso, tres cadáveres. Los fallecidos fueron identificados como Sara Carolina Raymundo Soto, de 32 años de edad, su hija Mayli, de ocho meses, y su padre, José Gilbert Raymundo, de 63 años.
La Policía tiene dos hipótesis del caso. La primera es que se trata de un crimen pasional, que la mujer asesinada tenía una relación con un sujeto que pertenecía a otra pandilla.
La segunda hipótesis, la que más forma ha tomado para la Policía, es que Luis Enrique Mendoza Bautista, de 36 años de edad, quien es el padre de la bebé y esposo de Carolina, es pandillero de la Mara Salvatrucha, pero antes había pertenecido a la pandilla 18 del ala Revolucionaria; y todo se trató de un ajuste de cuentas.
Este lunes por la noche, la Policía reportaba al menos dos homicidios en el cantón La Esperanza del municipio de San Pedro Perulapán. El mismo cantón donde Chente Cabra ha logrado intimidar a todos sus habitantes.