El Salvador
domingo 24 de noviembre de 2024

Gobierno rinde homenaje a beato Romero en conmemoración a su natalicio

por Redacción


Al recordar la beatificación de Romero, Sánchez Cerén sostuvo que fue "un hecho de justicia a toda la obra que monseñor hizo (...) en favor de los más pobres".

El presidente Salvador Sánchez Cerén, dijo este sábado, al rendir un homenaje al beato Óscar Arnulfo Romero en el 98 aniversario de su natalicio, que su mensaje alienta la «transformación».

«Monseñor Romero es una personalidad que va por el mundo caminando y va sembrando en los corazones de todo aquel que tiene la oportunidad de conocer su obra (…) una transformación dentro de su corazón», destacó el mandatario en un breve discurso en la residencia presidencial, convertida en una galería cultural y en centro de diálogo.

Al recordar la beatificación de Romero, celebrada el pasado 23 de mayo en la plaza El Salvador del Mundo, Sánchez Cerén sostuvo que fue «un hecho de justicia a toda la obra que monseñor hizo (…) en favor de los más pobres».

«Aunque han transcurrido tantos años (desde su asesinato) el país también en este momento se encuentra en la incertidumbre, se encuentra en la desesperanza, pero tenemos la alegria de tener a monseñor, y monseñor es una fuerza que construye en cada uno de nosotros (…) una fuerza de esperanza», destacó.

El Salvador vive un repunte de la violencia generada por pandillas. En los últimos seis días e produjeron en el país 220 homicidios.

De enero a julio, según cifras oficiales, se registraron 3.332 asesinatos, contra 2.191 en el mismo período de 2014. En gran parte esos crímenes son debidos a las pandillas, que cuentan con al menos 72.000 miembros, de los cuales 13.000 se hallan en prisión.

En el homenaje de este sábado a Romero, que nació el 15 de agosto de 1917, también participaron el obispo auxiliar de San Salvador, Gregorio Rosa Chávez, el presidente de la Fundación Romero Ricardo Urioste y los hermanos del extinto pastor, Garpar y Tiberio Romero.

El arzobispo Romero fue asesinado de un disparo en el corazón mientras celebraba la misa en la capilla de un hospital en San Salvador, el 24 de marzo de 1980 al día siguiente de pronunciar una enérgica homilía en que había reclamado el cese a la represión en un país envuelto en un creciente conflicto que desembocaría en una guerra civil que se prolongó hasta 1992 y dejó más de 75 mil muertos.