Estela iba a celebrar sus 15 años el próximo lunes. Estaba emocionada, ocupada en los preparativos de la fiesta. Ya tenía el vestido que luciría el día de su cumpleaños. Incluso, había ensayado el vals que danzaría junto a sus amigos y amigas. Todo estaba listo, pero la mataron. La mató un grupo de pandilleros.
La noche del pasado lunes, Estela se encontraba en su casa acompañada de su novio José. Eran pasadas las nueve de la noche. De pronto, varios pandilleros armados, vestidos de negro, irrumpieron en la vivienda ubicada en la comunidad Ciudad Romero del cantón El Zamorano, municipio de Jiquilisco, departamento de Usulután.
El objetivo era matar a José. Se acercaron y lo inmovilizaron. Después lo ejecutaron de varios disparos en la cabeza. En ese momento, Estela se abalanzó hacia su novio, lo abrazó y las balas también atravesaron su cuerpo.
Después de cometer el doble crimen, los sujetos escaparon en dirección al cantón El Espino. Los residentes de la comunidad se organizaron para auxiliar a las víctimas y para perseguir a los atacantes.
Sin embargo, los adolescentes ya habían muerto y los atacantes habían escapado en medio de un manglar. La oscuridad de los caminos hacía más complicada la búsqueda y no pudieron capturar a nadie.
Horas después, la Policía Nacional Civil (PNC) reconoció a las víctimas como Estela Gómez, de 14 años, y José Marcelo Rodríguez, de 19 años de edad. Estela y José eran novios desde hacía algunos meses.
Los padres de la adolescente estaban alegres por el cumpleaños de su hija. Habían organizado una fiesta rosa. Los trajes de los jóvenes que participarían ya estaban listos.Todo estaba preparado: globos, flores, joyas, ramilletes, cojín y biblia.
Por eso, fue difícil asimilar que su hija había sido asesinada. Todo ocurrió de pronto. La casa que estaba llena de alegría se inundó de tristeza de la noche a la mañana.
Al siguiente día, los padres de Estela llevaron a la funeraria el vestido, los guantes y la corona que su hija utilizaría el lunes 31 de agosto. Pidieron que la vistieran con esa ropa y que la maquillaran para matizar las lesiones provocadas por las balas.
Ese mismo día por la noche, la casa que había sido preparada para celebrar el cumpleaños se convirtió en un lugar fúnebre. Cuando los amigos de Estela llegaron a la vivienda, los padres comenzaron a adornar las paredes con gallardetes. En una mesa colocaron el libro de de visitas y algunos regalos que había recibido por adelantado.
Estela pasó su fiesta de 15 años adentro de un ataúd.