El partido ha terminado. Ocho jugadores de fútbol descansan en la orilla de la cancha y comparten las dos cajas de cervezas Pílsener que compraron para celebrar el gane. Algunas ya están destapadas sobre la mesa cuando cinco pandilleros de la Mara Salvatrucha se les acercan empuñando una pistola 9 milímetros cada uno y empiezan a disparar.
Los jugadores que continúan en la cancha observan la escena y no dudan en salir corriendo. También los que están departiendo intentan huir, pero los miembros de la MS le disparan a todo el que se mueva y en el alboroto logran darle en las piernas a tres de ellos para inmovilizarlos. Los dejan en el suelo para darles varios tiros de gracia en la cabeza, en el pecho, en la espalda. A dos de los que parecen haber escapado se les acaba la suerte y también son alcanzados por las balas, y quedan tirados a media cancha.
Un niño de 14 años, a quien de apodo le dicen “El Frutsi”, venía de traer una pelota que salió de la cancha hace rato por una patada mal puesta que la mandó lejos. Sorprendido ve a los muertos y a los pandilleros que están parados cerca de las mesas. Intenta huir pero es tarde, recibe un disparo en la pierna y cae al suelo. Piensa que es el fin.
—Entonces como que la pistola se le encasquilló o se le acabaron las balas, pero ya no pudo disparar. En la misma el Frutsi salió corriendo y lo dejaron ir – cuenta uno de los sobrevivientes.
Cerca de las 4:00 de la tarde del dos de agosto, este grupo de hombres habían ganado el partido de segunda vuelta en un torneo que se venía montando desde hace semanas en la cancha del reparto dos de la colonia Santa Margarita, en Ciudad Delgado, San Salvador, cuando fueron emboscados por un grupo de pandillero de la MS que no escatimó en balas para matar a cinco de ellos.
En un territorio controlado por el ala “Revolucionarios” del Barrio 18, cinco miembros de la MS se bajaron de un pick up para “postear” a los once jugadores del equipo de la colonia El Tránsito, ubicada a unas diez cuadras arriba de la cancha, que se dedicaban a celebrar el gane.
—Cuando llegaron hubo uno que se paró enfrente y dijo “este, este y este” y empezaron a disparar. Pero eso no fue selectivo porque al final, cuando vieron que nos corrimos, nos empezaron a disparar a todos- relata el sobreviviente.
De los cinco hombres que murieron la noche de este domingo, uno trabajaba en la empresa privada y otro era empleado de gobierno, en el Viceministerio de Transporte (VMT), en el área jurídica; mientras que de los otros tres no se sabe su oficio.
Noé Arturo Juárez, Manuel Enrique Rodas, Walter Enrique Marroquín, Alejandro de Jesús Gómez y Juan Carlos García murieron en la cancha.
—Nos habíamos levantado tarde y después de desayunar le vi en la cara que estaba desanimado. Entonces le dije que no fuera, que mejor nos quedáramos en la casa – dice su esposa.
Juárez tenía 45 años, de los cuales al menos cinco los había trabajado en el VMT, y para entonces ya era padre de dos niñas, una de 13 y otra de 16 años; tenía 17 de casado y 15 de asistir a una iglesia cristiana evangélica de la zona.
—Él no tenía nada que ver con pandillas. Decir eso podría hasta parecer un chiste de mal gusto, si aquí todo el mundo sabía que mi esposo era un hombre correcto, de hogar, apartado. Pero estuvo en el lugar equivocado y a la hora equivocada – insiste entre lágrimas la esposa de Juárez.
Pero el fútbol era su pasión, y eso fue lo que lo impulsó a irse a hacia la cancha a la 1:45 de la tarde sin aceptar la invitación de sus hijas a comer pizza como último intento de ellas para que no fuera a jugar esa tarde.
—Lo último que me dijo, ya cuando iba saliendo de la casa, fue que se sentía desanimado, que no quería ir pero que lo más seguro era que eso que sentía que se le quitaría en la cancha.
Según los relatos de los lugareños y los que presenciaron la masacre, nadie de los que estaban departiendo tenía un arma en su poder y su vinculación con la pandilla 18 está cuestionada aún, pues las autoridades no tienen un perfil que señale a alguno como miembro activo de una estructura delincuencial. Sin embargo, el hecho de que los hayan señalado es un indicio de que desde un principio la MS tenía sus objetivos con este ataque, según los agentes de la División Central de Investigaciones de la Policía Nacional Civil (PNC).
La cancha del reparto Las Margaritas se encuentra ubicada en una zona limítrofe entre el territorio claramente controlado por el Barrio 18 y la colonia Veracruz, uno de los bastiones más grandes de la MS en la zona. Debido a esto, la cancha en cualquier momento se puede convertir en campo de batalla, como esta vez, que un tornero que inició hace dos semanas, terminó en masacre.
Ciudad Delgado es uno de los diez municipios más violentos de El Salvador, y el primero en donde el gobierno ha implementado el Plan El Salvador Seguro, sobre el cual ha volcado todos sus esfuerzos para combatir a las pandillas. Sin embargo, hasta hoy las masacres de la pandilla no se han podido detener y aún con el incremento de la presencia del Estado en los barrios y colonia de esta ciudad, el miedo aún se sigue imponiendo.
El Salvador se ha convertido en uno de los países más violentos, con las tasas de homicidios más altas del mundo, y solo para el 2014, el número de muertes por violencia superaba por casi siete veces lo que la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera una epidemia.