A sus 49 años de edad, Ernesto Cabrera se dedica a la reparación de calzado en su pequeño taller “Key Mat”, ubicado en la Carretera a Los Planes de Renderos, kilómetro 3 ½, San Salvador.
Cabrera es el pilar económico de su familia. Con una esposa y cuatro hijos bajo su cargo, ha luchado día tras día para sacarlos adelante. Con sus años de trabajo en bodegas y ahora como zapatero, logró pagarles los estudios a sus tres hijos mayores. Pide a Dios cada día que tenga trabajo para mantener al menor de 3 años y medio.
Al primero de sus hijos, quien ahora tiene 28 años de edad le enseñó el oficio de reparación de calzado. Le pagó los estudios básicos, pero él prefirió trabajar que seguir estudiando. La segunda hija, (26 años) estudió hasta el segundo año de universidad y luego decidió trabajar como dependiente en una farmacia. Por otra parte, la tercera de sus hijas (22 años) no quiso seguir estudiando después del bachillerato, pero al carecer de empleo sigue siendo responsabilidad de Ernesto.
Tres años atrás, Cabrera reparaba un aproximado de 100 pares de zapatos al mes, pero hoy la cantidad ha disminuido dramáticamente a 30 pares. Sin embargo, no deja de luchar por sacar adelante a su hijo menor, quien fue concebido fuera del matrimonio, por lo que se le dificulta darle todo lo que quiere.
“Me cuesta darle todo porque a veces no alcanzo a reunir dinero, pero la mamá del niño me entiende y no me exige mucho porque sabe que cuando reúno dinero se lo doy para el niño. En mi casa no me lo reciben y es bien difícil no ver a mi hijo todos los días”, dijo al referirse a su hijo fuera del matrimonio.
Asegura que cuando logra juntar 10 dólares no se los gasta, sino que los invierte en material para seguir trabajando.
“Estamos pasando por un momento bien crítico, porque con tantas importaciones que entran de zapatos chinos a uno le quitan el trabajo porque el zapato chino entra más barato y aunque la gente sepa que no sirve pero es más barato y la reparación en cambio es más cara”, agregó.
Su esposa constantemente le dice que en casa él puede tener todo, refiriéndose a su ropa lavada, planchada, comida recién hecha, entre otras cosas, según comenta Cabrera pero debe olvidarse de su hijo menor a los que él responde que nunca se va a olvidar de su bebé y lo único que anhela es que lo acepten en su casa, tenerlo con él y ser un buen ejemplo.
“Un niño fuera de los papás se convierte en ladrón, en marihuanero, en lo peor. El hecho que no esté conmigo no quiere decir que no lo voy a apoyar”, expresó.
Con su esfuerzo y valor durante tantos años, Ernesto Cabrera ha logrado sacar adelante a sus hijos mayores y sostiene que el taller de reparación de calzado lo tiene para hacer lo mismo con su hijo de 3 años.
Como dice el zapatero, los hijos siempre necesitan de su padre aunque sea para un consejo.