Miles han sido las personas que tomaron la decisión de venir al país para estar presentes en la beatificación de monseñor Óscar Arnulfo Romero, que se llevará a cabo el 23 de mayo en la Plaza al Divino Salvador del Mundo.
Grupos se organizaron con meses de anterioridad con las Iglesias de sus lugares de origen para hacer una corta visita a El Salvador.
Este es el caso de un grupo de 28 personas de un pueblo llamado Apopka, en Florida, Estados Unidos. Ellos trabajan en el Centro Comunitario de la Esperanza (Hope Community Center) en dicho Estado. Aquí trabajan con personas indocumentadas de todas las edades provenientes de Centroamérica, el Caribe y Suramérica. Además de ayudar a los campesinos de la zona quienes viven de la agricultura.
Nilka Meléndez es una de las integrantes del centro. Ella mencionó que el trabajo más que todo es con los jóvenes indocumentados, ya que las leyes son bastante estrictas. “Yo trabajo con jóvenes que están en la escuela superior, vienen al centro y los animamos en una manera solidaria, creando liderazgo, descubriendo cuáles son los talentos, vemos cómo los podemos ayudar y motivar en la escuela porque es bien difícil. Descubrimos la marginalización, la opresión que hay, muchas veces por ser hispanos. Todas vienen en busca de ayuda económica, legal o educación”, expresó.
Pero ellos han venido al país con un solo objetivo: estar en el evento de beatificación de monseñor Óscar Arnulfo Romero. El grupo llegó el jueves en la madrugada y apenas han tenido tiempo para visitar Catedral, la cripta, el Hospital Divina Providencia y el Centro de monseñor Romero, este último ubicado en la UCA. Luego del acontecimiento mayor, regresarán el domingo por la madrugada.
Ann Kendrick es otra de las integrantes del grupo y trabajadoras del Centro Comunitario de la Esperanza. En referencia a monseñor Romero ella dijo que “es un gran testimonio y sufrimiento del pueblo salvadoreño. Es un gran reconocimiento de la Iglesia Católica que Romero merece. Lo que él hizo es un milagro. Su acción tenía una base en su fe y es una inspiración para el mundo, no solamente para el pueblo salvadoreño. Muchos salvadoreños querían venir pero no pudieron por falta de papeles, pero nosotros venimos en representación y llevamos fotos y un montón de cosas para ellos”.
Por otra parte, Nilka recalcó que venir al país ha sido enfrentarse a una realidad, que ya sabían que existía pero no la conocían profundamente. Eso los ha hecho reflexionar y pensar en cómo puede mejorar las cosas para contribuir a la lucha, sobre todo con la pobreza. “Nosotros en el trabajo que hacemos sabemos la situación de los pueblos, pero es diferente cuando ya tú lo experimentas y lo vives desde la raíz, desde la propia tierra. Yo creo que a todo el mundo le ha llegado al corazón, es una cosa que lo ves con tus ojos pero cuando lo meditas con el corazón, se hace diferente” opinó Nilka.