La información era provocadora. En una casa de la colonia San Carlos de San Salvador residía Fernanda, una señora viuda que guardaba una caja fuerte con 80 mil dólares en efectivo y una decena de joyas lujosas.
La noticia cayó en gracia al líder de una banda de asalta casas. El hecho ocurrió de la siguiente manera: a finales de diciembre del año 2011, un empleado de doña Fernanda le informó a un sujeto, conocido como Chino Hula Hula, que el esposo de su jefa había muerto recientemente y había dejado un cofre de hierro con varios miles de dólares.
Ante esto, el Chino le llamó por teléfono a uno de sus colaboradores para plantearle el robo. Días después, se reunieron en el parque Hula Hula, en el centro de la capital, para planificar el asalto. Explicó que la fuente era confiable.
El informante era un señor llamado Carlos, quien trabajaba como motorista de un bus escolar y todas las mañanas iba a la casa de doña Fernanda a sacar el vehículo, pues ella era la dueña.
El 20 de enero de 2012, el Chino Hula Hula contactó a Mauricio Antonio Figueroa Landaverde, alias Colocho; Manuel de Jesús Durán Bonilla, alias Perico; Nelson Antonio Felipe Samayoa, alias Snorkel; y a Ernesto Steven Menjívar Alfaro, conocido como El Tumbado, todos integrantes de la banda.
Se reunieron y fueron a bordo de un taxi pirata a conocer la vivienda donde realizarían el robo. El Chino Hula Hula les explicó que eran dos motoristas los que llegaban por la mañana a sacar los microbuses escolares.
El plan era que cuando estos abrieran el portón, aprovecharían para ingresar y hacer el robo. Al siguiente día se reunieron a las cinco de la mañana y se condujeron a bordo de dos vehículos: uno color negro y otro amarillo.
Del carro que manejaba el Chino Hula Hula bajaron los tres que asaltarían la casa, los otros dos se quedaron en los vehículos. Cuando los señores entraron a la vivienda, para sacar los microbuses, fueron emboscados.
A punta de pistola les ordenaron que se llevaran las manos al cuello y que entraran a la vivienda. Luego les indicaron que se tiraran boca abajo, mientras uno de los ladrones se encargó de cerrar el portón.
Los asaltantes le exigieron a doña Fernanda que dijera el lugar donde guardaba la caja fuerte. La señora, que estaba sentada en un sofá, negó la existencia del cofre.
Fue entonces que el Snorkel se puso furioso y comenzó a romper puertas y closets. Ante esa reacción, la señora le indicó el lugar donde guardaba la caja fuerte.
Se dirigió a una habitación y minutos después salió con una caja pequeña, metálica. “Aquí está, vámonos”, dijo. Los tres salieron y abordaron los vehículos que los esperaban afuera.
Se fueron a una sede de la Cruz Roja, ubicada a un kilómetro de la casa del robo, donde los ladrones tenían a un conocido. Fue ahí donde abrieron la caja con una almágana y un cincel.
Adentro había 23 mil dólares en billetes de diferentes denominaciones. También contenía cadenas, esclavas y anillos de oro, y varios documentos que decidieron quemar.
Se repartieron el dinero y las joyas. A cada uno le tocó 3 mil dólares en efectivo.
Caso II. Robo en Zona Rosa
A mediados de julio de 2011, Alexis Zelaya Villalta, conocido como El Gordo, se reunió con la banda para planificar un robo en la Zona Rosa, en colonia San Benito de San Salvador.
Se reunieron en un comedor de la colonia Santa Anita, cerca del puesto central de Bomberos. El gordo les explicó que tenía un negocio que consistía en asaltar una vivienda donde, según le habían informado, había cerca de 100 mil dólares.
Les detalló que el informante trabajaba en la casa como ordenanza. La información que tenían era que en esa casa residía un señor que pasaba en una silla de ruedas.
También les dijo que el robo se tendría que hacer a finales o a principio de mes, ya que la única forma de poder ingresar a la vivienda era haciéndose pasar como trabajadores de CAESS y que él ya había comprados cuatro uniformes completos.
Después de dar los detalles propuso ir al lugar para conocer el terreno. Luego regresaron al mismo comedor y acordaron que cometerían el robo dos días después.
Alquilaron un camión blanco y le pegaron a los lados unos “stickers” con el logo de CAESS y se dirigieron a la Zona Rosa. Una mujer los recibió cuando llegaron a la casa. Se hicieron pasar como empleados y lograron entrar a la vivienda.
En seguida neutralizaron a los residentes y se dispusieron a buscar el dinero. Al final, solo lograron robarse 2 mil 500 dólares en efectivo, una cámara fotográfica y varios celulares.
La banda fue desarticulada y llevada a los tribunales de justicia. El pasado 13 de abril, quince miembros de esta estructura fueron condenados entre 4 y 59 años de prisión por participar en al menos 10 asaltos.
Entre los principales cabecillas de la estructura estaba Alexis Zelaya Villalta, alias el Gordo, quien fue condenado a 36 años de prisión. Durante el juicio, el Tribunal Especializado de Sentencia B escuchó la declaración de 25 testigos de cargo que fueron claves para que el juez considerara las condenas.