En El Salvador, según datos de la Dirección General de Tesorería del Ministerio de Hacienda, en 2014 se recaudaron en concepto del especifico del cigarrillo 49.2 millones de dólares de impuestos, de los cuales el 35% se destina a la fuente de financiamiento del Fondo Solidario para la Salud (FOSALUD).
Caso contrario, el comercio ilícito merma los ingresos públicos en concepto de impuestos, y ese dinero se podría destinar a la prestación de servicios públicos en lugar de ir a parar a manos del crimen organizado.
Según algunos estudios, y por la información proporcionada por la comunidad aduanera mundial, el mercado del tabaco ilícito podría suponer, en promedio, hasta una décima parte de los cigarrillos consumidos en el mundo.
FOSALUD es una institución que se alimenta de los impuestos del tabaco, alcohol, armas y municiones, con ellos ha ampliado el horario en 165 Unidades Comunitarias de Salud Familiar, se ha comprado ambulancias, medicamentos para los establecimientos de salud y la farmacia especializada; además de la creación, dotación de tecnología médica para operar de 5 centros de prevención y tratamiento de adicciones ubicados en los Hospitales Nacionales Rosales, Saldaña (San Salvador), San Juan de Dios, en Santa Ana y San Miguel y Santa Gertrudis en San Vicente.
La recaudación ha permitido incorporar mayores recursos institucionales al combate de las adicción, que se destina al programa cuyos costos directos de en promoción, protección, atención y rehabilitación ascienden a 1.4 millones de dólares.
En el 2014 se dieron 14,121 atenciones entre consultas especializadas, atenciones psicológicas, evaluaciones sociales y consejerías con una inversión de más de $365,000.
El esfuerzo anterior ha servido para que más de 550 personas lograran la cesación del consumo a esta sustancia, con lo que se ha mantenido una efectividad del 32,17% durante el período 2009-2014.
La epidemia mundial de tabaco mata cada año a casi 6 millones de personas, de las cuales más de 600,000 son no fumadores que mueren por haber respirado humo pasivamente.
De continuar con el consumo, a partir de 2030 la epidemia matará cada año a más de 8 millones de personas. Más del 80% de esas muertes prevenibles se registrarán entre personas que viven en países de ingresos bajos o medianos.