El Salvador
viernes 18 de abril de 2025

Acongojada madre lucha por reunir dinero para enterrar a su hijo en Olocuilta

por Luis Canizalez

Casi dos años después de una búsqueda incansable, Carmen encontró a su hijo Ernesto. Estaba enterrado en una tumba clandestina de Olocuilta. Ahora busca quien le ayude a comprar un ataúd para enterrar a su hijo.

“Señora, el cadáver pertenece a su hijo”. Esa fue la frase que le dijeron a Carmen por teléfono. No pudo responder nada, ni siquiera una sílaba. Las palabras se le apuñaron en la garganta, cortó la llamada y lloró.

No sabía si el llanto era de tristeza o satisfacción. Era una mezcla de sentimientos encontrados. Un poco de todo. Meditó en silencio por algunos minutos.  Luego sintió una energía de resignación recorrer por todo su cuerpo. La batalla estaba concluida.

Durante casi dos años, Carmen caminó por quebradas y fincas. Visitó hospitales, bartolinas y morgues con la esperanza de encontrar a su hijo, vivo o muerto. Al final eso ya no importaba.

Neto, como era conocido el hijo de Carmen, desapareció el 21 de septiembre de 2013. Ese día llegó a la casa por la noche y salió pasadas las once. No regresó nunca.

Desde entonces, Carmen ha vivido un infierno. Lo más terrible ha sido la incertidumbre que día con día se apoderaba de ella. La angustia, el deseo de saber si su hijo estaba vivo o muerto.

Hubo días que, sentada en la sala de la casa, imaginó que su hijo entraba por la puerta y le decía que nada malo le había sucedido. Que todo estaba bien. Pero luego aparecían los malos pensamientos y el rumor que Neto había sido asesinado la atormentaba.

Hubo días de optimismo, en los cuales no vaciló en salir a la calle a buscar a su hijo. Fue a Medicina Legal, donde le hicieron una prueba de ADN para compararla con los cadáveres putrefactos extraídos de los cementerios clandestinos que ahí llegan.

La búsqueda fue incansable y la espera casi eterna. Por eso, cuando recibió la llamada del investigador fiscal que le informó que las osamentas de su hijo habían sido encontradas, no supo qué contestar. Únicamente lloró.

Foto D1. Salvador Sagastizado.

Foto D1. Salvador Sagastizado. El Paaaíso, donde encontraron el cadáver de Neto. 

La colecta   

Jueves. La tarde es calurosa en el municipio de Olocuilta. Carmen está sentada en una reconocida esquina de la ciudad. Le duele la espalda y los pies. Ha caminado durante varias horas, con una bolsa de tela en las manos, en busca de que alguien le dé dinero.

Necesita 250 dólares para comprar un ataúd en el cual introducir los huesos de su hijo. A las tres de la tarde, Carmen solo ha podido reunir 81 dólares. El alcalde, quien días atrás le prometió el féretro, se ha negado a recibirla.

Por la mañana, cuando llegó a la alcaldía, la secretaria le entregó 40 dólares y le dijo que el señor alcalde no tenía más dinero. Fue entonces que decidió comenzar una colecta con los amigos, vecinos y desconocidos.

Carmen es una mujer de escasos recursos, pequeña de estatura, morena y cabello ondulado. Su mirada es profunda y en ella se refleja el cansancio y la tristeza de una madre que ha perdido a un hijo.

– Lo único bueno de todo esto es que ya voy a poder enterrar a mi Neto – dice con un tono melancólico.

– ¿Y qué le dijeron los investigadores?

– Que solo tengo que llevar el DUI de mi hijo y me van entregar una certificación para reclamar el cuerpo, pero ese documento no lo tengo. Ese se lo quitaron los malvados que lo… (la voz se le corta y llora).

Durante la mañana, el hijo menor de Carmen cavó la tumba donde está sepultada su abuela. Ahí mismo enterrarán a Neto, quien fue asesinado por pandilleros del Barrio 18 y luego enterrado en un cementerio clandestino.

Las investigaciones revelan que Saúl Ernesto Abrego, de 30 años, fue asesinado por negarse a colaborar con la pandilla que controla la zona donde residía. Neto conocía a la mayoría de los pandilleros, eran vecinos que se habían criado en la misma colonia.

– Ya vio que le dije. Mi corazón me decía que mi hijo estaba enterrado en El Paraíso

– ¿Y ahí lo encontraron?

– Sí, ahí estaba mi hijo. Lo sacaron envuelto en unas sábanas.

El Paraíso es una comunidad de Olocuilta, ubicada a un kilómetro del cementerio municipal, donde este año también encontraron otros siete cadáveres más, aparte del de Neto, en tumbas clandestinas.

Carmen tiene un deseo. Quiere tener en su casa, al menos un par de horas, el ataúd con los restos de su hijo. Después lo irá a enterrar en el mismo lugar donde también yace su madre. La abuela de Neto.

Foto D1. Salvador Sagastizado.

Foto D1. Salvador Sagastizado.