El Salvador
martes 26 de noviembre de 2024

Modifican delito y «descuartizador» es condenado a solo 11 años de prisión

por Redacción


Al asumir los cargos que se le imputaban, la Fiscalía propuso cambiar el delito de homicidio agravado (que puede ser condenable hasta por 30 años de prisión) por homicidio simple.

Rodrigo Chávez Palacios fue condenado a 11 años de prisión. La sentencia fue dictada por un juez de instrucción de Santa Tecla hace un mes. El caso se negoció entre fiscales y abogados públicos, que estaban a cargo del caso.

Todo inició cuando los fiscales del caso le propusieron al juez realizar un proceso abreviado, luego que Chávez Palacios reconociera haber participado en el asesinato y desmembramiento del joven Franklin Mendoza Ortiz.

Al asumir los cargos que se le imputaban, la Fiscalía propuso cambiar el delito de homicidio agravado (que puede ser condenable hasta por 30 años de prisión) por  homicidio simple.

Pese a ser un caso mediático,  la audiencia se realizó a espalda de los medios de comunicación el pasado 16 de marzo. Chávez Palacios fue condenado a 10 años de cárcel por el delito de homicidio simple y un año por falsedad ideológica, es decir, usar documentos falsos.

Este medio se comunicó con el departamento de comunicaciones de la Fiscalía General de la República para tratar de conocer la versión fiscal. Al cierre de esta nota no hubo respuesta.

El caso trascendió cuando varias maletas con restos humanos aparecieron en distintos lugares del municipio de Antiguo Cuscatlán. Desde un inicio despertó sospechas y se vinculó con actividades  del narcotráfico. La víctima fue identificada como Franklin Ortiz y entre los asesinos estaba el hijo de un político de trayectoria en el país.

Ortiz estudiaba quinto año de arquitectura en una universidad privada. Era empleado de la alcaldía de Santa Tecla, pero también tenía una oficina privada donde hacía trabajos de arquitectura.

El día que lo mataron, llegó por la mañana a su oficina particular, localizada en una céntrica calle de Santa Tecla. Habló con sus empleados y se fue a desayunar a una pupusería cercana.

Luego le comentó a uno de ellos que se iba a encontrar con unos inversionistas nicaragüenses que querían construir unas viviendas. Dijo que se reuniría con ellos en el hotel Hilton Princess.

Pero todo fue un engaño, los inversionistas nicaragüenses no existían. En realidad eran dos narcos hondureños que vinieron al país a  ajustar cuentas con la víctima, pues éste les debía una fuerte cantidad de dinero.

Por eso lo mataron y luego Chávez Palacios lo partió en varios pedazos que fueron abandonados en unas maletas negras.

Luego de mutilar el cuerpo de Franklin Mendoza Ortiz, Chávez Palacios pretendió huir hacia Honduras con un acompañante. Llevaba consigo dos teléfonos celulares que contenían conversaciones incriminatorias del homicidio.

Se comunicaba con Raúl Fajardo, un narcotraficante hondureño que tras ejecutar a  Mendoza Ortiz de un balazo en la cabeza, huyó hacia su país. Chávez lo mantenía al tanto de todo lo que sucedía.

Durante dos días, Chávez Palacios mutiló el cadáver, echó las partes en tres maletas y  las tiró en distintas calles del Gran San Salvador.

El 4 de septiembre del año pasado, la Policía le dio seguimiento a Chávez y lo retuvo en una zona de Ilobasco. Estaba nervioso. Trató de resistirse al arresto, pero las autoridades lo inmovilizaron y le colocaron esposas. También capturaron a su acompañante.

A Chávez Palacios lo llevaron a la delegación de Ilobasco y lo esposaron cerca de un árbol de mango. Al otro sujeto (quien después sirvió como testigo criteriado) lo llevaron a las oficinas de la División Élite contra el Crimen Organizado (DECO).

Lo interrogaron pero como no tenían ninguna prueba en su contra lo dejaron ir. Fue días después que el sujeto aceptó criteriarse.

El 2 de septiembre la Policía encontró las maletas y un día después ubicaron una camioneta ensangrentada, con placas hondureñas, afuera de unos apartamentos ubicados en la colonia Lomas de San Francisco, municipio de Antiguo Cuscatlán. En una de las habitaciones residía Chávez Palacios, ahí desmembró a la víctima.

El caso se cierra, no obstante, los hondureños continúan prófugos de la justicia. Fajardo Vindel intentó, en diciembre pasado,  darse por muerto. Introdujo sus documentos personales a un cadáver que apareció en una ciudad de San Pedro Sula.