Cortejos solemnes en Viernes Santo. Los salvadoreños católicos rindieron este día honor al Señor Sepultado con procesiones escenificadas que daban vida a la Pasión de Cristo al ser crucificado.
Con la cruz a cuestas, la corona de espinas y un Jesús caminando por las calles era el cuadro observado en ciudades como Nahuizalco, en Sonsonate, donde el fervor de ese momento se transmite a gran intensidad. Así comenzó el Viernes Santo, que culminó con la tradicional procesión del Santo Entierro. Otras ciudades como Ataco, en Ahuachapán, rindieron honor al Señor.
Una mañana de sensaciones
Entre lágrimas y oraciones hacia el Nazareno, cientos de católicos de ese municipio ubicado al occidente del país participaron en los servicios del Viernes Santo. Eran las 8 de la mañana cuando inició el Vía Crucis.
La representación de Jesús caminó hasta la parroquia San Juan Bautista bajo una nube gris. Este camino a cuestas se convirtió en el momento para que la prédica de los feligreses estuviera encaminada en trabajar por hacer un mundo sin violencia. Una docena de hombres vestidos como soldados romanos, y algunas mujeres, escenificaron la procesión; cargaron el letrero que se clavaría a Jesús en la cruz así como la cruz de espinas.
Nahuizalco, caracterizado por su población indígena, fue el escenario para que las lágrimas corrieran al finalizar el recorrido de Jesús. Los feligreses indígenas liberaron sus emociones y al ver a Jesús Crucificado lloraron tras orar.
Finalizado el Vía Crucis, en muchas ciudades dieron paso a los preparar las coloridas alfombras que adornan las calles principales a la espera del Santo Entierro.
Sal, aserrín u otros materiales no pueden faltar para que la creatividad se luzca en este evento religioso.
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