Los perros comenzaron a ladrar pasadas las ocho de la noche. Era viernes y personas desconocidas se movían entre los arbustos de un pasaje del cantón Soledad, donde un pandillero de la 18 había sido velado un día anterior.
A medida que pasaba el tiempo, el ruido de los pasos inquietaba más a los perros del vecindario. En la casa donde había sido velado el pandillero, una noche anterior, apagaron todas las luces desde muy temprano.
Pasadas las dos de la madruga, una fuerte explosión sacudió los techos de las viviendas del caserío. Los vecinos sintieron que el suelo fue estremecido y escucharon una lluvia de piedras caer sobre los techos.
Inmediatamente se oyó disparos y angustiosos gritos de personas que pedían auxilio. Una señora decía entre llanto: “malditos, malditos, qué más quieren si ya me mataron a mi hijo”.
Nadie en el caserío se atrevió a salir de sus viviendas para auxiliar a las personas. Sin embargo, las sirenas de una ambulancia y de una patrulla llegaron al lugar minutos después.
Fue entonces que los residentes del caserío, que se habían despertado tras el fuerte impacto, oyeron que una granada había sido lanzada a la casa de la vecina donde había sido el velatorio una noche antes.
Todos los residentes resultaron con lesiones y fueron llevados al hospital del municipio de Cojutepeque. Una adolescente identificada como Kenia Judith Vásquez, de 13 años de edad, quien tenía heridas de gravedad por las esquirlas del artefacto explosivo, murió mientras era intervenida por los médicos.
Diez personas más, entre niños y adultos también sufrieron lesiones graves. El estado de salud de las víctimas aún es reservado. Autoridades policiales aún continúan investigando el móvil del atentado.
Lo que sí se supo es que el pandillero que había sido velado en la casa del incidente era un pandillero de la 18 llamado Alexander Vásquez Portillo, de 25 años, quien murió el pasado miércoles en asalto fallido en un autobús de la ruta 116 que transitaba por Cojutepeque.
En ese mismo hecho fallecieron tres personas más: otro pandillero y dos pasajeros, entre ellos un vigilante privado que intentó repeler el asalto en la unidad del transporte colectivo.
Dos horas después del atentado en la vivienda del cantón Soledad, sujetos desconocidos llegaron a la casa de una joven de 17 años de edad, identificada como Iris Iveth Vásquez López, a quien sacaron a la fuerza y le realizaron varios disparos.
Este asesinato ocurrió en el cantón San Antonio de El Carmen 1, ubicado a medio kilómetro de la casa donde lanzaron la granada. Autoridades fiscales aseguraron que la víctima era pariente de la adolescente fallecida en el atentado.
En el Carmen
Son las cuatro de la tarde. En la delegación del municipio de El Carmen, departamento de Cuscatlán, seis pandilleros yacen esposados sobre el piso. Fueron capturados la mañana de este domingo como sospechosos del atentado en la casa y el crimen de la joven Iris.
A parte de esas capturas no hay más indicios que permitan establecer una hipótesis en la ejecución de ambos ataques. La Policía solo tiene relatos de algunos vecinos. Pero desconocen si fue específicamente un ataque de pandilleros rivales.
No hay nada que explique el por qué sujetos desconocidos lanzaron una granada a la casa donde habían velado a un pandillero.
Tampoco está clara la muerte de la otra adolescente. Lo único que sí dan por cierto los agentes investigadores es que ambos hechos están relacionados. Pues las dos jóvenes fallecidas son parientes.
Antes de ingresar al cantón Soledad, dos patrullas policiales advierten que el lugar del atentado es peligroso. Aconsejan no permanecer mucho tiempo en la zona. Dan un número telefónico por cualquier alerta o sospecha de riesgo.
En el cantón Soledad la gente tiene miedo. No salen de sus casas. Pareciera que en ese lugar las viviendas están abandonadas. Un leve ruido se escucha al interior de algunos hogares.
La casa donde lanzaron la granada fue desocupada. Lo poco que queda son los evidentes daños que la granada causó en el techo, paredes y ventanas de la casa. Todo está destruido.
La única persona que pasa por el lugar es un señor que saluda con temor y sigue caminando. Los periodistas le interrogan y dice no saber nada del caso.
Lo único que recuerda es que en esa vivienda residía una señora desde hacía poco más de un año. Su familia era numerosa. Había bastantes jóvenes y niños.
Mientras conversa con los periodistas, el señor observa a su alrededor que nadie lo vigile. Asegura que en ese cantón nadie sale de noche ni siquiera a la tienda. Que todos los vehículos desconocidos son vistos con sospechas.
Sin decir más, se da la vuelta y aconseja que abandonemos el lugar cuanto antes. “Ayer andaban bastantes policías y otros reporteros, ¿por qué no vinieron ayer mejor?”, cuestiona. Se marcha a paso lento.