Los viernes suelen ser el día que muchos salvadoreños utilizan para salir por la noche y olvidar por un momento los quehaceres semanales, sobre todo si además es día de pago. Algunos cuantos lo ven como una oportunidad para disfrutar de bebidas embriagantes en compañía de amigos o familia.
Pero esta medianoche de viernes es diferente: solo un día resta para celebrar las elecciones y se marca el inicio de las 72 horas de «ley seca» en todo el territorio.
Esta ley -que tal vez hasta genera burlas y algunas veces descontento entre los salvadoreños- está regulada por el artículo 284 del Código Electoral, donde se indica que «el día anterior a la elección, el de la votación y el siguiente, se prohíbe la venta, distribución y consumo de bebidas embriagantes de cualquier naturaleza».
El Paseo El Carmen, ubicado en la ciudad de Santa Tecla, es uno de los lugares de entretenimiento al que muchas personas acuden para disfrutar precisamente este tipo de bebidas. Pero en este poco usual viernes, y al filo de las 8:00 p.m., lucía un tanto vacío; algunas personas caminaban por las calles y las mesas en las aceras estaban casi desiertas.
A medida avanzaba el tiempo, más personas llegaron pero la cantidad no superó a la que visita el lugar en días normales. Algunos se limitaban a disfrutar los platillos que se comercializan en la zona y otros ingresaron en grupos a los bares distribuidos a lo largo de la calle.
Una de las tabernas, casi al final del Paseo, parecía estar llena: grupos de cuatro o más personas se aglomeraron en las mesas y pideron cervezas, disfrutaron de la música en vivo y corearon las canciones.
Al consultarle al mesero sobre la hora a la que dejarían de vender alcohol, respondió claro de las reglas: «A las 12. Dos horas les quedan si quieren tomar. ¡Aprovechen!». Al llegarse ese plazo, no solo dejaron de comercializar bebidas embriagantes, además debían cerrar el bar.
Sobre la atención del fin de semana, explicó el mismo hombre de bar, los locales estarán abiertos al público pero debido a la ley solamente ofrecerán café, refrescos y otros tipos de bebidas que no lleven licor.
El tiempo pasó entre la música y la poesía recitada en el lugar. Las cervezas iban de una mesa a otra y, de vez en cuando, se veía a alguno de los clientes haciendo al mesero una señal para que lleve otra ronda. Algunos se fueron y otros llegaron a ocupar sus lugares.
Al salir del bar, a eso de las 11 de la noche, el panorama era distinto al observado antes de entrar: la calle estaba prácticamente desierta en algunas zonas, pero algunos bares continuaban abiertos. Otros empezaban a desalojar las mesas de las aceras y algunos cerraron sus puertas.
Unos pocos seguían atendiendo con normalidad. Los clientes ingresaron y apuraron a bajar la botella, con el recordatorio que solo les quedaban unos minutos para poder tomar antes que la ley entre en vigencia y quede prohibido, hasta tres días después, no solo la venta y distribución sino también el consumo de bebidas alcohólicas.
Las gasolineras y supermercados brindaban un panorama similar. Sus anaqueles llenos de bebidas embriagantes serán intocables hasta el próximo lunes a la media noche. En algunos de estos establecimientos, una cinta amarilla advierte a los consumidores que no hay alcohol a la venta, pero otros esperan que el plazo se cumpla. Pero no faltaron aquellos clientes que aprovecharon para abastecerse.