Este virus llegó a El Salvador a mediados de junio, en estos cinco meses que El Salvador ha padecido la enfermedad se reportan más de 135 mil 226 casos sospechosos. Ese número solo representa un mínimo porcentaje de las personas que han asistido a un centro asistencial y ha entrado en las estadísticas del Ministerio de Salud (Minsal).
Sin embargo, al salvadoreño una vez le han dicho los síntomas del chikungunya y qué debe tomar, muchos han decidido automedicarse y padecer la enfermedad al margen de los médicos, las unidades de salud y ahorrarse las largas esperas para ser atendido y que le den un blíster de acetaminofén.
Según las autoridades del Minsal, ya van seis semanas con disminución de casos. Con un pico de más de 15 mil casos sospechosos por semana que se sumaron hace más de un mes, en la semana epidémica 42. Posteriormente, se vinieron a la baja sumando 13 mil, 11 mil y la semana 46 se sumaron 5,300 nuevos casos. Y según estimaciones del Minsal la semana 48 se sumarían unos 3 mil nuevos casos.
Las razones pueden ser múltiples. Entre ellas, que las consultas han disminuido y la principal que ya la habían previsto los especialistas, como el infectólogo, Mario Gamero, quien había asegurado en los meses en que no llueve (noviembre, diciembre y enero) el zancudo transmisor se reproduce menos y, por tanto, la enfermedad mermaría.
Gamero fue mucho más allá y agregó que si las autoridades redoblaban esfuerzos en esta época y mantenían las campañas de fumigación y no bajaban la alerta, pues no solo los casos disminuirían, sino que incluso la epidemia podría eliminarse. Todo dependía del esfuerzo, no solo de las autoridades de Salud, sino del compromiso de la población.
Pese a eso, si bien es cierto los casos van disminuyendo, tampoco es que de manera dramática caigan de miles a cientos o a decenas de nuevos casos. Y con la probabilidad de que regrese el próximo invierno y al final a toda la población le termine dando chikungunya.
No obstante, a la fecha, podría haber más de 135 mil casos que ya están o estarán por ingresar a la etapa subaguda que comienza luego de los primeros 10 días y se prolonga por tres meses.
En esta fase, los dolores articulares fuertes pueden reaparecer y algunas conductas también los pueden generar como el excesivo ejercicio.
Algunas personas, incluso, en esos tres meses de prolongados síntomas podrían necesitar tomar algún analgésico para los dolores (naproxeno o el famoso Ortodel plus) e incluso algunos podrían necesitar terapia física, dependiendo de qué tan fuerte lo doblegue la enfermedad.
En estos cinco meses desde que se presentó el primer caso en el país, miles de salvadoreños que han tenido la enfermedad, ya han pasado a la fase dos y los medicamentos para contrarrestar los síntomas también comienzan a ser un negocio redondo.
La pastilla mágica
A María le dio chik en agosto, luego de regresar de vacaciones, una mañana amaneció con dolor en una mano y en la cadera. Desde ese momento, se lo imaginó. “Seguro ya me dio la chik”, se dijo.
Y no se equivocó. Luego de sufrir los peores síntomas, la fiebre de 40 grados, retorcerse del dolor, desesperarse por la comezón que no la dejaba dormir y luego, de a poco, comenzar con su vida cotidiana fue toda una odisea.
Volver al trabajo no fue fácil, la fiebre ya había desaparecido pero los dolores aunque era menos, continuaron. Los días pasaron y aunque ya no estaba en la etapa crítica de la enfermedad los dolores volvían a aparecer con la misma intensidad en algunas zonas. A veces un brazo, a veces la mano, a veces una rodilla.
Parecía que la enfermedad volvía a repetirse, pero no. Solo estaba entrando a la segunda etapa del padecimiento, la fase subaguda.
Ante la molestia y la dificultad incluso para cargar a su hija de dos años debido a los dolores en las manos, decidió ir al médico. Le explicaron que estaba en segunda etapa de la enfermedad y que podía prolongarse hasta por tres meses y que incluso podría pasar a la tercera etapa, la crónica, donde ya incluso las articulaciones pueden presentar algún tipo de deformación.
Le explicó que para la fase subaguda medicamentos no esteroides eran los indicados y le recomendó tomar Ortodel plus, un medicamento a base de paracetamol y nimesulida, un compuesto que ayuda a aliviar la inflamación, reumatismo, esguinces, torceduras, fracturas, artritis reumatoide, osteoartritis, bursitis, en intervenciones quirúrgicas, tromboflebitis y desórdenes ginecológicos.
El médico le dejó como tratamiento y debía tomar una cada 12 horas durante cinco días y de ahí solo cuando tuviera mucho dolor.
María, ni lenta ni perezosa, fue a la farmacia más cercana y las compró. Pidió 10, justo para el tratamiento, y cada pastilla le costó $0.48 centavos. La inversión fue de $4.80, pero no pensó tanto en el dinero como en el alivio que imaginó tendría.
Y así fue. La pastilla verdaderamente es mágica. A las pocas horas de haberla tomado, volver a cargar a su hija ya no era un martirio, tenerla en sus brazos volvía a ser el refugio más hermoso que siempre encontró.
El tratamiento terminó y luego, cada vez que presentaba dolor, una pastilla solucionaba todo. Lo difícil fue cuando en la farmacia de su preferencia le dijeron que no había. Visitó otra y le dijeron que no había. Otra más y la respuesta fue la misma. El pánico se apoderó de ella.
Especulación farmacéutica
Cuando María compró por primera vez las Ortodel plus, no solo le costaron $0.48 centavos cada una, sino que el acceso era mucho más fácil. Conforme la enfermedad fue aumentando y más personas requirieron del medicamento esta comenzó a escasear.
La Dirección Nacional de Medicamentos confirmó a Diario1, a través de su sistema de consulta pública, que este medicamento, usado principalmente por quienes han padecido chikungunya, no está regulado con un precio máximo, por lo que los precios pueden fluctuar.
Según los últimos datos de la DNM, a agosto de este año, a pocos meses de que la enfermedad llegó al país, la Ortodel plus se encontraba en el mercado entre los $0.43 y los $0.63 centavos.
Sin embargo, en un sondeo hecho este 1 de diciembre en varias farmacias colocaron el precio entre los $0.51 y $0.70 centavos.
Se consultó a un propietario de una farmacia, quien prefirió permanecer en el anonimato, y confirmó que este aparente incremento se da debido a que las farmacias cuando más demanda tiene un medicamento y hay escases de un producto no le aplican mayor descuento. En cambio, cuando hay más abastecimiento y poca demanda, les aplican mayor descuento, y en realidad hacen parecer que el producto baja o sube.
“Si ponemos el producto más barato, la competencia nos compra a nosotros porque lo estamos dando más barato. Nos dejan sin producto y lo venden ellos más caro”, explica el empresario. Y es que como en todo, el mercado si no tiene ciertos controles hay libertad para la especulación.
Eso es lo que esta medicina está sufriendo sobre todo porque aún no está regulada por un precio tope, como algunas otras. Por su parte, la DNM afirmó a través de su sistema de consultas que están trabajando para que la Ortodel plus aparezca en el próximo listado de medicamentos regulados.
Por otro lado, el farmacéutico recordó que cuando la enfermedad comenzó a propagarse y más personas conocieron las propiedades del Ortodel plus, el mismo laboratorio incluso trataba de acaparar las cajas de este medicamento, ya que solo dejaban dos por cada local y para que fuese reabastecido la espera era eterna, mientras los clientes seguían buscando la medicina mágica.
«Es q la verdad q las droguerías no estaban preparadas para la epidemia», replicó. No obstante, poco a poco trataron de mantenerse más abastecidos, pero eso sí con menos descuento, de tal manera que pareciera que la medicina ha subido de precio de los razonables $0.48 centavos a los $0.70 centavos que se pueden pagar en algunas farmacias.
El costo de la enfermedad
Con este virus, no solo el bolsillo de los enfermos que compran medicinas se ha visto afectado. Más bien cada actor de la economía se ha visto afectado de alguna manera. Desde el empleado que tuvo que incapacitarse, hasta el empresario que pagó incapacidad, así como el comerciante que por los dolores no pudo ese día salir a vender.
Tal como lo ha asegurado la Organización Panamericana de la Salud (OPS), los más afectados con la chik es la población económicamente activa, no solo por la edad con mayor prevalencia, sino porque la enfermedad incapacita de tal manera que la productividad de la población afectada baja. Para quien padece chikungunya, los primeros días es casi imposible realizar cualquier oficio con el que se gane la vida una persona.
Datos del Instituto Salvadoreño del Seguro Social (ISSS), reportan hasta el 29 de noviembre haber entregado 36,333 incapacidades por sospecha de chikungunya, lo que implicó la institución el pago de más de $958,219.65 en concepto de incapacidades (es decir cada paciente que se le mandó a descansar por más de tres días).
Los primeros tres días de la enfermedad son pagados por los empleadores, es decir, que aunque un trabajador esté ausente el empleador debe pagarle esos tres días de ausencia. Esto, evidentemente, impacta a la economía de las empresas.
Según las estimaciones del ISSS, ellos han sufragado el pago, desde que inició la epidemia hasta el 29 de noviembre, 106,161 días de incapacidad. Si se le suman los tres días que tuvo que asumir el empleador el total de días incapacitados desde que comenzó el brote los días no trabajados por padecer chikungunya 215,160 días.
Evidentemente este es un impacto grande para la economía, sobre todo cuando en la mayoría de oficinas, si se hace un pequeño sondeo, al menos un 30% de los empleados han sido afectados por la chik.
Si se aventura uno a estimar, según los datos del ISSS de incapacidades y se calcula que el empleador paga el 100% de los primeros tres días de incapacidad, el costo que han pagado tanto las empresas privadas como las instituciones públicas suman unos $1.4 millones.
Por otro lado, según datos del Minsal, a los que Diario1 tuvo acceso, el costo de la epidemia de la chikungunya habría generado en tan solo tres meses, al menos $10 millones al Sistema Nacional de Salud; es decir, al Minsal, ISSS, Hospital Militar y Bienestar Magisterial.
Es decir que con dos meses más de la enfermedad podrían estar costando un estimado que rondaría más de $15 millones a todo el Sistema Nacional de Salud.
Los especialistas han asegurado en repetidas ocasiones que la chikungunya ha llegado para quedarse al país, que probablemente se comporte como el dengue: algunos años tendrá repuntes, otros años no se presentarán casos.
Sin embargo, en la medida en que las personas convivan con el virus se generarán anticuerpos para que la enfermedad comience a diseminarse menos.
Además, en la medida en que más personas se comprometan a eliminar los criaderos de zancudos ambas enfermedades podrán disminuir, con una solución a largo plazo, no solo por las estaciones climáticas como es el caso de esta temporada seca que empieza y los casos, en definitiva, van disminuyendo.
Sin embargo, cuando las lluvias lleguen el próximo año, será una nueva prueba para las autoridades de Salud si los casos volverán a despuntar o se mantendrán en control.