Raúl Armando Fajardo Vindel, narco hondureño cómplice de Rodrigo Chávez Palacios, acusados de asesinar y luego descuartizar a Jonathan Franklin Mendoza Ortiz, fue encontrado muerto en San Pedro Sula, Honduras.
Fajardo Vindel, de 28 años de edad, fue hallado el pasado domingo al interior de una bolsa negra en la carretera de la colonia Bográn, en San Pedro Sula, Honduras. Fajardo presentaba heridas de arma de fuego.
Desde el 25 de agosto, Chávez Palacios – quien había construido una relación con narcotraficantes hondureños – les enviaba mensajes telefónicos a sus amigos.
Se trataba de Raúl Armando Fajardo Vindel y de Eleazar Rodríguez. Ambos vinieron a El Salvador a finales de agosto pasado a ajustar cuentas con Mendoza Ortiz, un empleado de la alcaldía de Santa Tecla.
Se hospedaron en un hotel de la colonia San Benito, llamado “Mesón de María”, adonde Rodrigo Chávez les había reservado una habitación doble.
La hipótesis que manejan los investigadores policiales es que Raúl Fajardo le habría dado a Mendoza Ortiz 50 mil dólares en droga para que la vendiera en Santa Tecla, con su respectiva ganancia. Pero la víctima aún no les había cancelado el dinero a los narcos hondureños.
Por eso, los hondureños vinieron al país con la intención de recuperar el dinero y ajustar cuentas. Pero el empleado de la comuna tecleña solo tenía 3 mil dólares en efectivo. Eso les molestó y, cuando estaban en el apartamento de Chávez, Vindel le disparó en la cabeza a Mendoza Ortiz.
La Policía Nacional de Honduras confirmó a Diario1.com el hallazgo del cadáver de Fajardo Vindel, pero se negaron a dar mayores detalles sobre su muerte porque “no podemos dar información vía teléfono” y porque la información es “confidencial”.
Una fuente policial de El Salvador, que lleva la investigación del caso, dijo a Diario1.com que ya están haciendo los trámites correspondientes con las autoridades hondureñas para confirmar que el cadáver hallado en San Pedro Sula sea el de Fajardo Vindel.
No obstante, manejan tres hipótesis. Una de ellas es que sea una simulación de la muerte del involucrado para que éste quede fuera de las investigaciones. Otra conjetura es que el propio cártel al que pertenecía lo asesinó para evitar que las investigaciones lleguen a toda la estructura. Y la otra es que Fajardo tenía deudas con los mismos narcos y eso «se paga con la vida».
Aseguró que la verificación de los datos se tardará al menos dos meses.
Tras los hondureños
El pasado martes, autoridades policiales de El Salvador confirmaron estar tras las pistas de los hondureños Raúl Armando Fajardo y Eleazar Rodríguez, quienes son vinculados por autoridades judiciales locales a Rodrigo Chávez Palacios, acusado de desmembrar a un empleado de la alcaldía de Santa Tecla.
“Se sabe que (los hondureños) tienen algunas empresas establecidas en Honduras y cabe la posibilidad que continúen participando en hechos delictivos. Pero de momento no tenemos documentos oficiales de las autoridades de Honduras que nos confirmen a qué cártel pertenecen”, confirmó el jefe de la División Elite contra el Crimen Organizado (DECO), Daniel Hernández.
El caso, que continúa en la fase de instrucción del proceso judicial, tiene reserva total y no se puede conocer el avance de las diligencias policiales y fiscales.
No obstante, se sabe que hay un testigo criteriado que ha brindado detalles de la conexión que tenía Chávez Palacios con los narcos hondureños.
El jefe de la DECO asegura que si el juez de instrucción de Santa Tecla gira una orden de captura contra los hondureños, ellos están preparados para pedir difusión roja a la Policía Internacional (Interpol).
“En este caso que haya orden de captura, ellos quedarían prófugos y ya se podría solicitar una difusión roja”, indicó Hernández en esa ocasión.
Rodrigo palacios y los hondureños son acusados de asesinar y luego desmembrar a Franklin Ortiz, joven tecleño que estudiaba arquitectura en una universidad privada del país. Este año se iba a graduar.
Ortiz era empleado de la alcaldía de Santa Tecla, pero también tenía una oficina privada donde hacía trabajos de arquitectura.
El día que lo mataron, llegó por la mañana a su oficina particular, localizada en una céntrica calle de Santa Tecla. Habló con sus empleados y se fue a desayunar a una pupusería cercana.
Luego le comentó a uno de ellos que se iba a encontrar con unos inversionistas nicaragüenses que querían construir unas viviendas. Dijo que se reuniría con ellos en el hotel Hilton Princess.
Pero todo fue un engaño, los inversionistas nicaragüenses no existían. En realidad eran dos narcos hondureños que vinieron al país a ajustar cuentas con la víctima, pues éste les debía una fuerte cantidad de dinero.
Por eso lo mataron y luego Chávez Palacios lo partió en varios pedazos que fueron abandonados en unas maletas negras.
El 2 de septiembre la Policía encontró las maletas y un día después ubicaron una camioneta ensangrentada, con placas hondureñas, afuera de unos apartamentos ubicados en la colonia Lomas de San Francisco, municipio de Antiguo Cuscatlán.
En una de las habitaciones residía Chávez Palacios, ahí desmembró a la víctima. La camioneta fue utilizada para ir a tirar las maletas.
Luego de cortar en varios pedazos el cuerpo de Franklin Mendoza Ortiz, el descuartizador pretendió huir hacia Honduras con un acompañante. Llevaba consigo dos teléfonos celulares que contenían conversaciones incriminatorias del homicidio.
Se comunicaba con Raúl Fajardo, un narcotraficante hondureño que tras ejecutar a Mendoza Ortiz de un balazo en la cabeza, huyó hacia su país. Chávez lo mantenía al tanto de todo lo que sucedía.
Durante dos días, Chávez Palacios mutiló el cadáver, echó las partes en tres maletas y las tiró en distintas calles del Gran San Salvador.
El 4 de septiembre pasado, la Policía le dio seguimiento a Chávez y lo retuvo en una zona de Ilobasco. Estaba nervioso. Trató de resistirse al arresto, pero las autoridades lo inmovilizaron y le colocaron esposas. También capturaron a su acompañante, quien ahora sirve como testigo criteriado.