El ejército de Honduras enterró parte de un cargamento de frijol traído a Centroamérica desde Etiopía por estar en mal estado, según se informó oficialmente en ese país.
El frijol enterrado en Honduras es parte del cargamento de ese grano importado desde Etiopía por la empresa salvadoreña Gumarsal, con el anuncio de que aliviaría el bolsillo de los salvadoreños.
Esas importaciones también se conectan con las compras de frijol de Etiopía que se comercializan en Nicaragua.
En Honduras, los militares sepultaron 250 quintales en un predio de la 105 Brigada de Infantería porque los contenedores en los que fueron transportados los granos estaban dañados y les penetró agua lluvia, según lo informó el coronel Porfirio Moreno Zapata.
Diario1.com sabe que el frijol etíope llegado a Honduras pertenece al mismo proveedor de El Salvador y Nicaragua.
Aquí se intentó preguntar, sin éxito, en el Ministerio de Agricultura, el estado en el que llegaron los frijoles etíopes a El Salvador para ser comercializados por la firma Gumarsal.
El cereal lo importó Gumarsal sin pagar impuestos y sus ejecutivos dijeron que lo colocarían a un precio menor. Sin embargo, su costo en los diferentes mercados no disminuye.
El subdirector de Secretaría de Agricultura y Ganadería de Honduras, Edgar Santamaría, dijo que al analizar el frijol de Etiopía, encontraron plagas en el grano, pero aclaró que eran “plagas muertas”.
A pesar de eso, las autoridades gubernamentales hondureñas reconocieron que encontraron en los frijoles de Etiopía 16 plagas, aunque ninguna cuarentenaria.
Los frijoles de Etiopía llegaron a Honduras a inicios del mes de septiembre. En tres semanas se recibieron ahí 22.500 quintales.
La ruta del frijol etíope en Honduras ha mostrado una serie de problemas desde hace varios meses.
Incluso en un momento, y ante protestas y el asombro de los consumidores, se le dijo a los hondureños que el barco que transportaba los granos se extravió en altamar.
Ahora se escribe en los periódicos que “la zozobra y preocupación se generó entre los hondureños, luego de que se confirmara que 258 quintales de frijoles etíopes fueron enterrados…”.
Incluso, también corrió el rumor en Honduras de que el frijol etíope llegó contaminado de ébola, como se reseña en los diarios de ese país, aunque después se descartó esa versión.
Productores salvadoreños del grano advirtieron, desde julio pasado, que adquirirlo de Etiopía podría ser un riesgo debido a que el grano contiene una plaga que podría diseminarse en las plantaciones nacionales.
El temor de esos productores es que aparezca en el país el gorgojo Khapra, una de las plagas más destructivas de granos y semillas en el mundo.
Hechos extraños en Nicaragua
Lo que está claro es que las importaciones de frijol de Etiopía se están haciendo conjuntamente en Centroamérica.
Aquí se dice que ese tipo de frijol lo trae la empresa nacional Gumarsal. En Nicaragua cerró el negocio del frijol la empresa GSI Trading Inc.
El director ejecutivo de esa empresa en Nicaragua es Jorge Granera Sacasa, hermano de la directora de la policía de ese país, Aminta Granera.
Lo extraño es que la empresa proveedora del frijol de Etiopía para Nicaragua y Honduras (con posibles vínculos con El Salvador), no tiene ni teléfono ni oficina en Managua. Mucho menos la empresa posee un sitio web, como lo han investigado los periodistas del diario La Prensa de Nicaragua.
Después se dijo que la empresa importadora de frijoles estaba registrada en Panamá, lo que tampoco fue cierto. Granera Sacasa desmintió a los periodistas nicaragüenses tener vínculos con las empresas Alba de Nicaragua.
Después ese diario escribiría: «cuando nuestros periodistas lo buscaron en las oficinas del grupo Alba, el vigilante dijo que se encontraba en las oficinas de la secretaría departamental del FSLN, donde a su vez pidieron buscarlo en las oficinas de la secretaría del partido, en la que vive y despacha el presidente Daniel Ortega”.
Los periodistas nicaragüenses también relataron que cuando llaman a las oficinas de Alba y preguntan por Granera Sacasa, pasan la llamada telefónica a las oficinas de Albalinisa.
Cuando se le pregunta a Jorge Granera sobre esos hechos, responde que se le confunde con una persona que lleva su mismo nombre.