«Vamos con optimismo a está reunión (con Obama), llevamos una posición conjunta, sólida, es una propuesta concreta como Centroamérica», declaró.
Los tres países del istmo, según Martínez, se comprometerán a «endurecer las leyes contra los traficantes de personas» y a mantener una campaña de información que advierte sobre «los riesgos» de la migración ilegal.
Las naciones también incrementarán la vigilancia en las fronteras para contener la salida de niños por rutas peligrosas.
Los mandatarios Otto Pérez (Guatemala), Salvador Sánchez Cerén (El Salvador) y Juan Orlando Hernández (Honduras) tienen previsto cumplir el viernes una intensa agenda en Washington para conversar sobre la crisis humanitaria desatada por la oleada de niños migrantes indocumentados de Centroamérica hacia Estados Unidos.
Durante su estadía en Washington, y antes de hablar con Obama, los mandatarios se reunirán con el vicepresidente Joe Biden y con el presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Luis Alberto Moreno, para buscar, según Martínez, una «apuesta de mediano y largo plazo» que aborde «las causas estructurales del fenómeno migratorio» para generar mejores condiciones de vida que desestimule la migración.
«A los familiares (de los niños migrantes) les debe quedar claro que las rutas que están ocupando para llevar a esos niños son las rutas del narcotráfico y desde ahí pueden deducir los riesgos que significa llevar a esos niños», destacó Martínez.
En la parte económica, las tres naciones proponen la ejecución de variados proyectos «para mejorar» el tejido productivo donde se produce la salida de migrantes.
A nivel educativo, se contempla la apertura de institutos tecnológicos y la dotación de becas para que los jóvenes puedan formarse e insertarse a la vida laboral.
En el campo de la seguridad pública, los países del Triángulo Norte ya identificaron los municipios de mayor «prevalencia del crimen» donde impulsarán medidas de «prevención», reinserción y atacar delitos «sin ninguna contemplación».
Unos 57,000 menores sin compañía de adultos, la mayoría de Honduras, El Salvador y Guatemala, fueron interceptados desde octubre pasado en Estados Unidos tras emigrar en busca de sus familiares o huyendo de la violencia en sus países.