Jesucristo corrió al menos dos cuadra a toda prisa. Dos hombres lo perseguían para matarlo. Ingresó a la panadería donde trabajaba y se escondió debajo de una cama de la habitación donde Mari (nombre ficticio) descansaba junto a su hija de 18 meses. El esfuerzo fue inútil. Sus persecutores observaron todo.
Segundos después, dos sujetos entraron a la panadería con pistolas en sus manos. Se dirigieron a la habitación donde Jesucristo se había refugiado y sin mediar palabra le dispararon en la cabeza y en el pecho. Agonizó en el suelo con las manos en el pecho.
Mari estaba nerviosa. Todo había pasado en un abrir y cerrar de ojos. De pronto observó que tenía una herida en el brazo derecho y que sangraba mucho. En ese momento revisó a su hija que estaba a su lado. También tenía sangre. Le quitó la camisita y le observó una herida en el pecho. Le gritó a su marido con desesperación.
José (nombre ficticio) sacó a su hija entre sus brazos. A los pocos minutos del ataque, una patrulla policial llegó cerca de las ocho de la noche a la panadería de la colonia Río Mar del Puerto de La Libertad. Ellos trasladaron a la niña hacia un centro asistencial donde falleció producto de la herida de bala.
El fallecido fue identificado como Jesucristo Enoc Benítez, de 18 años, alias “Chusplante”. Era pandillero de la 18 y trabajaba como panadero. “El dueño de la panadería permitía que se reunieran en la casa y las consecuencias son lamentables”, dice un oficial de la PNC.
Según la investigación policial, el crimen se debe a una pugna territorial entre la misma pandilla 18. En esa zona operan los revolucionarios, pero el problema se debe a una división dentro de la misma clica.
“Ya están aburridos de los sureños y de los revolucionarios. Ellos se desligan para decir que sólo van a ser pandilleros de la 18”, explica el agente.
De acuerdo a la Policía, el cambio de “modalidad” que los pandilleros han adoptado viene desde hace dos meses. “Jesucristo era disidente porque ya se había retirado de los revolucionarios”, explica.