Rubén tomó su teléfono celular y le llamó a un amigo: “voy a cometer un error”, le dijo. Quien le escuchaba sabía que Rubén tenía una riña con su mujer. Por eso le aconsejó: “Si querés cometer un error, agárrate conmigo. No te agarres con tu mujer. Pensá en tus hijos”.
Toda la mañana de este jueves tomó licor. Estaba ebrio. Como en los últimos días, había discutido con su mujer. Tanto que ella salió de la casa llorando. Caminó varias cuadras y se sentó en la acera de una casa. Ahí se desahogó.
Rubén siguió bebiendo. Minutos después tomó su pick up, subió a sus dos hijos y salió a toda velocidad. Encontró a su mujer sentada en un andén. Se bajó del vehículo para reclamarle. Siguieron discutiendo hasta llegar a los golpes. Desde el automóvil, los dos niños miraban todo lo que ocurría.
María Luisa se sintió amenazada y le gritó que se detuviera. En cuanto pudo liberarse de los manotazos, comenzó a caminar a toda prisa. Rubén se subió al pick up y la siguió. La volvió acorralar y la golpeó hasta dejarla semiinconsciente. Ella pidió auxilio a gritos, pero ninguno de los vecinos se interpuso.
En ese momento, Rubén se subió al carro y atropelló a su mujer. No le bastó. Ante los gritos y las súplicas de los niños, volvió a impactar a María, quien quedó sin vida, tendida en la calle del barrio Las Delicias, en Santa Rosa de Lima, La Unión.
El hombre intentó huir hacia Honduras después de dejar a sus dos hijos con unos familiares, pero fue capturado por las autoridades en el cantón de Santa Clara, municipio de Pasaquina.
Según la policía, Rubén Blanco nació en El Salvador, pero vivió muchos años en los Estados Unidos. De ahí fue deportado hace poco tiempo. La mujer, quien también es salvadoreña, viajaba con los niños desde los Estados Unidos para visitar a su esposo.
Un médico forense dictaminó que la muerte de María Luisa Martínez, de 32 años, se debió a un traumatismo craneoencefálico severo.