El Salvador
viernes 15 de noviembre de 2024

Con gallos pelados, sopa y tortillas vieron el traspaso de mando en comunidad La Cuchilla

por Teresa Andrade


La familia Morales en la comunidad La Cuchilla de Antiguo Cuscatlán vieron de principio fin la Transmisión de Mando llenos de expectativas, buenos consejos y deseos de un mejor futuro para ellos. "Ojalá salgan con la misma sonrisa de tantas obras que realicen", espera la matriarca de ese hogar.

El domingo 1 de mayo amaneció un poco más tarde en la comunidad La Cuchilla, un punto oscuro para el municipio de Antiguo Cuscatlán por encontrarse frente a algunos de los centros comerciales más lujosos del país. Las láminas, caminos vecinales de lodo y barro, perros callejeros y niños en la zona siempre ha sido algo que  la municipalidad ha querido invisibilizar.

“Afea la zona -dice una de sus habitantes- lo bueno es que desde ese edificio por más alto que eleven un muro para que no nos vean, los que están más arriba siempre nos van a ver”.

Eran las 9 de la mañana en esta comunidad, cuyos vecinos comenzaban a despertar. El clima no ayudó mucho, ya que el frío y el cielo nublado tienen por costumbre que uno se aferre más a las cobijas. Pocas casas han abierto sus puertas de lámina, incluso los perros duermen enrollados en los pórticos de madera y lámina de las viviendas.

En una de las entradas a un costado de la cancha y casa comunal de la zona, vive la familia Morales. Ellos son de los pocos que han iniciado su domingo con las labores cotidianas. La hija mayor, Bianca,  abre la puerta. Al son de la música ella junto al esposo de su madre, don Obando, están sentados en la sala pelando unos gallos miniatura.

Fue la tarea que doña María Julia les dejó antes de irse al mercado de Santa Tecla a eso de las ocho de la mañana. Son cuatro gallitos los que reposan en los recipientes con agua hirviendo. Bianca y don Obando, con mayor dificultad, arrancan las plumas negras y naranjas de la piel de lo que más tarde se convertirá en su almuerzo.

“Estábamos viendo la toma de posesión, pero mucho se tardan en entrar los invitados, quizá de aquí a las 11”, dice la tercera de cuatro hijos que parió doña María Julia. Mientras esperan que el evento comience, avanzan con la labor. El olor a pollo medio cocido se esparce por aquella habitación sala-comedor-cocina, piso de cemento, techo y paredes de lámina.

Don Obando buscando el control del televisor para subir el volumen. Foto D1: Fredereick Meza

Don Obando buscando el control del televisor para subir el volumen. Foto D1: Fredereick Meza

Bianca recuerda que una de las preocupaciones más grandes de toda la comunidad La Cuchilla es la legalización de estas tierras donde hay más de 170 familias que, incluso, algunas tienen más de 60 años de habitar esta zona tan disputada.

Narra los encontronazos que tuvieron con la alcaldía de Antiguo Cuscatlán hace más de siete años. Ella no recuerda mucho detalle, aún era una niña, pero ahora que tiene 22 años es la mano derecha de su madre, quien es la presidenta de la junta directiva del lugar. Por eso, maneja al dedillo la información.

“Cuando ganó el FMLN las expectativas eran que ya no nos iban a mover de acá, y la amenaza de la alcaldesa ya no fueron tan directas como lo hacía antes, pero no nos ayudaron a legalizarnos. Tal vez este periodo pueda dar apoyo”, agrega.

Sobre este punto, replica que le preocupa mucho la continuidad del ministro de Obras Públicas, Gerson Martínez, ya que su madre averiguó que el terreno de La Cuchilla es propiedad del Estado, y en este sentido asegura que el MOP planea construir unas fuentes luminosas en el lugar. “Además le pedimos que nos hiciera una pasarela porque con estas calles nuevas, atravesarse la carretera es muy peligroso”, explica al tiempo que arranca afanada las plumas del gallito.

Con la renovación de la carretera Panamericana es toda una aventura tratar de cruzarse las calles y la mayoría de niños y jóvenes de la comunidad estudian en las escuelas e institutos públicos del casco urbano de Antiguo Cuscatlán. Además de tener que torear los miles de automóviles que a diario pasan por esta ruta para llegar a las paradas de buses.

Mientras Bianca platica sobre los principales problemas de la comunidad, don Obando recuerda la Transmisión del Mando Presidencial. Toma el control remoto y enciente la televisión. La primera imagen es la del expresidente Mauricio Funes, quien acaba de instalarse en la mesa de honor, con los ojos un poco irritados.

Son casi las 10 de la mañana y el acto está por iniciar. De los cuatro gallos, aún faltan dos más por pelar.

El inicio de la Transmisión de Mando

La voz de Aída Mancía anunciando la entrada del presidente Salvador Sánchez Cerén resuena en los cinco por tres metros de esa habitación. “La voz de esa señora es bien especial, siempre ha sido la maestra de ceremonia”, dice rápidamente la joven, quien este año egresará de tecnóloga en enfermería, gracias a una beca que le gestionaron en la iglesia a la que asiste.

En la pantalla aparece la primera dama Margarita de Sánchez, y Bianca cree que no le favorece mucho lo flojo del pantalón, pero sí la chaqueta.

“Yo así voy a dejar este gallo, se me van a deshacer por tenerlos en el agua caliente tanto tiempo”, dice mientras agarra uno y la cresta se desprendió de tajo, mientras en la televisión se escuchan los cánticos del “pueblo unido, jamás será vencido”.

En cuestión de minutos, entra Walter, el hijo menor de doña María Julia cargando las compras del mercado. Ella va por detrás y se incorpora de inmediato a la conversación. “Lo que más me gustó de este señor Salvador es que fue a visitar al papa Francisco”, dice mientras en la pantalla monseñor José Luis Escobar Alas da las palabras de bendición.

“Espero que Dios que le vaya dirigiendo a este señor para que pueda hacer el trabajo como Dios manda, primero Dios así sea, porque nosotros aquí estamos confiando en Dios para que nuestro problema se resuelva aquí en nuestra comunidad y podamos ser dueños de nuestra tierra”, agrega mientras coloca un par de bolsas en una pequeña mesa redonda a la par de la cocina de cuatro quemadores donde están puestos ya tres pollos desplumados.

Dice doña María Julia que le remuerde la conciencia haber tenido que decidir por matar a los cuatro gallos miniatura, pero en la última cría le salieron muchos machos, por lo que de tanta pelea entre ellos no lograban aparearse con las gallinas. “Dejé dos vivos, y estos nos los vamos a comer hoy”, sentenció.

Mientras los actos protocolarios continúa, ella narra parte del trabajo que ha hecho estos últimos cuatro años al frente de la directiva de la comunidad. Visitas a la Asamblea Legislativa, tocar puertas al MOP, llevar cartas a Casa Presidencial pidiendo la legalización más y más papeleo ha sido parte de su diario vivir.

Familia Morales

A menos de dos kilómetros, en el Centro de Ferias y Convenciones (CIFCO), Funes entrega la banda presidencial al presidente de la Asamblea, Sigfrido Reyes, y doña María Julia dice firme: “Hay que ver cómo está eso. Porque da tristeza que entren unos y salgan otros y a nosotros nos hagan olvidados aquí siempre”.

En los 20 años que ha vivido ahí, luego de haber perdido su trabajo y su casa en el casco urbano de este municipio, Funes es el cuarto presidente al que ha visto que se quita una banda presidencial y se la entrega al presidente de la Asamblea. En la misma pantalla de televisión ya vio pasar a Elías Antonio Saca, Francisco Flores y Armando Calderón Sol; sin embargo, está el mismo lugar.

La cámara muestra esta vez a Saca en la actividad y a doña María Julia se le revuelven los recuerdos de una vez que en la campaña presidencial, allá por el 2004, que con foto y todo les prometió que en sus cinco años les daría a todos las escrituras. Ella y las 170 familias que viven en la zona siguen esperando.

Mientras cuenta eso, de pronto dice su hija: “Pero si anda Saca, bueno sería que se presentara Flores” y desprende una gran carcajada. Su madre le contesta: “Está bueno, bueno estaría que se presentara ahí y les caen todos ahí mismo”, rompe en risas junto a su hija y su esposo.

«Vanda podrá ayudarnos»

En la pantalla, en medio de los aplausos a Funes y a la primera dama Vanda Pignato, doña María Julia reitera que va a trabajar de la mano con el próximo gobierno siempre con la temática social. “Vamos a tratar de contactar con ella para que nos ayude para esto”, dice esperanzada. “Si le decís que venga, ella seguro viene”, reitera su esposo con aplomo.

Entre bromas y risas, su hija le dice que ella apoya mucho a las mujeres divorciadas y solteras. Su madre le replica: “Ahí no aplico yo, pero aquí hay un montón de mujeres solas en la comunidad”, dice con un tono más serio.

Don Obando y doña María Julia se casaron hace ocho años. Él es un jardinero de profesión y aunque no siempre sale trabajo de este oficio, siempre anda en la rebusca con cualquier cosa que pueda hacer. Ella trabajó en una maquila hace años y  ahora trabaja como barrendera y es miembro activa de la junta directiva y servidora acérrima en su iglesia. “A veces le pido perdón a Dios por no poder dedicarle más tiempo a mi familia”, afirma acongojada.

Mientras, Sánchez Cerén vivía uno de los momentos más importantes de su vida, doña María Julia terminaba de pelar el último gallo. La sonrisa del nuevo presidente después de la toma de protesta la conmueve: “Se han de erizar en ese momento, bien emocionante ha de ser”.

Así sin más, luego Sigfrido Reyes va a tomar la protesta del vicepresidente Óscar Ortiz. La sonrisa del exalcalde de Santa Tecla, a quien ellos califican como un excelente edil, ilumina toda la habitación y sorprende a esta familia, pero doña María Julia arremete: “Todos entran con esa cara sonriente, pero difícilmente salen con esa cara de felicidad. Ojalá que así como entran a tomar posesión  salieran al final satisfechos con una gran sonrisa de oreja a oreja porque le resolvieron las graves necesidades al pueblo”.

Luego de la toma de protesta, comienza el discurso del presidente. Pero los gallos ya están pelados y listos para pasarse por fuego. Hay que quemarlos primero, luego los destazan y al final se ponen en la olla con agua para la sopa. Doña María Julia se afana y cuestión de minutos en lo que ovacionan a Cerén ella termina de quemar la piel blanca de los pequeños gallos.

En la habitación solo se queda su hija y don Obando. Pero la vida sigue. Bianca comienza a barrer y luego limpia afanosa la pequeña juguetera que sostiene al televisor. El discurso no capta su atención, y don Obando aprovecha para recordar sus años de juventud, cuando a los 17 años ingresó a la Fuerza Armada de El Salvador, allá por 1985 y le tocó enmontañarse para luchar contra los mismos que ahora veía en la televisión tomar las riendas del gobierno de su país.

“Me tocaron tiempos duros, por la ignorancia. Nosotros peleábamos, pero éramos empujados así como el carretoncito y peleamos defendiendo los intereses de los ricos, pero como uno no sabía. Imagínese ese sufrimiento que pasábamos, aguantábamos hambre y sed y los ricos bien tranquilos y nosotros peleando”, recuerda con cierto arrepentimiento.

Por eso, hoy en día apoya las protestas que hacen los veteranos de guerra, desde la distancia porque asegura no es quien va a ir a protestar a las calles.

Cerén se extiende en su discurso y doña María Julia llega con los pollos ya en trozos en una olla de metal para ser puestos al fuego. Justo en ese momento anuncia el presidente que el hospital de Maternidad llevará el nombre de la exministra de Salud, María Isabel Rodríguez. Ella y su hija, una futura enfermera, se alegraron por ella y recordaron su buena gestión.

Así terminó el discurso y en la casa de la familia Morales se cocía las verduras y los gallos para la sopa. Aunque no se consideran de izquierda, aseguran que confían y tienen la esperanza de que el próximo gobierno haga algo por ellos y resuelva los problemas que los aquejan día a día.

Cuando doña María Julia sirvió la sopa con tortillas recién sacadas del comal, Sánchez Cerén juramentaba al nuevo gabinete. En los ojos de los cuatro miembros de la familia Morales se estaba escribiendo la historia. “Esperamos que tanto el ministro, como el presidente, como los diputados a los que hemos buscado nos ayuden, sino igual seguiremos tocando puertas hasta que tal vez algún día podemos tener legalizados nuestros terrenos”, reitera doña María Julia.