Siendo apenas un niño de 12 años, una tarde Mauricio junto a un amigo decidieron escaparse del colegio. Ambos estudiaban en un colegio marista en la ciudad de San Miguel y su horario abarcaba desde la mañana hasta las cuatro de la tarde. Entonces, ese día como picardía ambos habían decidido escaparse y aprender a fumar.
Con ahorros, habían logrado recaudar cincuenta centavos cada uno y reunir el colón que costaba la cajetilla de cigarros Rex. La primera bocanada, tos; la segunda bocanada, más tos. Un cigarro más y ya hay menos tos. Estos jóvenes estaban decididos, este día aprenderían a fumar. Y así fue. En cuestión de dos horas ya habían dominado el arte de fumar (eso de hacer el llamado “golpe” no es algo tan fácil).
Miguel y su amigo se acabaron la cajetilla. Y aunque iban bien equipados con dulces para evitar ser descubiertos, la adrenalina de ser descubiertos le ponía más picante a la ocasión. Llegaron justo a tiempo a la escuela donde los pasarían a traer y nadie se entendería de la aventura que Miguel había tenido.
Aquí inició el idilio, una larga vida de 45 años en compañía del cigarro. “Yo crecí con el cigarro y cada vez iba en aumento la cantidad que me fumaba”, recuerda. En sus últimos años, llegó a consumir tres cajetillas diarias.
Pese a las molestias respiratorias, las quejas de su esposa y sus hijos el vicio del cigarro se enquistó en su vida. “Durante años pensamos que nuestra hija era asmática, pero una vez ya no vivió con nosotros se calmaron sus malestares. Todo era el cigarro”, recuerda.
Incluso llegó a tener problemas con su esposa. “Ella se enojaba, me regañaba. Con el tiempo para evitar problemas deje de fumar en el carro y adentro de la casa. Pero el en el patio siempre lo hacía”, menciona.
En una de tantas enfermedades que padeció, incluso lo operaron de un absceso y fumaba en los baños del hospital porque no podía controlar su deseo. En el ir y venir del hospital, un día la neumóloga le sugirió ir a la Clínica de Cesación de Tabaco, le dio una referencia médica que posteriormente él rompió.
Luego, un médico amigo de la familia también le hizo la sugerencia: “Dale estás a tiempo”, le dijo. Le extendió la referencia y esta vez, en lugar de romperla la guardo. “Yo creo que todo lo puso Dios porque mi esposa lo vio y me insistió que fuéramos. ‘Vamos un rato, si no te gusta nos vamos’ y como sabía que si no aceptaba iba a ser segura pelea. Acepté”, narra.
El primer día
Un jueves de octubre hace cinco años ya, Miguel decidió ir a la Clínica de Cesación de Tabaco junto a su esposa, quien hasta el momento había sido fumadora pasiva por más de 20 años al lado de su esposo.
Escuchó las charlas atentamente y los testimonios de los demás fumadores en rehabilitación. Uno de ellos captó la atención de Mauricio. “Los inteligentes somos los que estamos aquí. Los que están afuera son tontos”, fue la frase que se le grabó a Mauricio. Recuerda que uno de los primeros consejos que le dijeron es que decidiera un día en el que iba a dejar de fumar y que lo mejor era que fuera el mismo en que asistía a la clínica.
Sin embargo, las tres cajetillas que aún tenía en sus manos le cortaron las buenas intenciones, pero decidió en lugar de fumárselas en un solo día, solo se fumaría una diaria. Pasaron tres días, y el domingo a las 7 de la noche en el patio delantero de su casa se fumó el último cigarro. Así, sin más, de tajo pagó el cigarro y con él se apagaron 45 años como fumador.
La Clínica de Cesación de Tabaco tiene sus reuniones los lunes y los jueves. Mauricio amaneció ese lunes con algo diferente en su vida. Siempre se despertaba a las cuatro de la mañana, se hacía una taza de café y fumaba alrededor de 10 cigarros en lo que el alba terminaba de romper. Pero ese lunes la motivación era distinta. Asistiría a la clínica y se despertaría más tarde para no caer en la tentación. “El cambio de rutina es básico”, menciona.
Asistió ese día de octubre con unas 12 horas sin haber probado un cigarro y daba inicio su gran aventura: aprender a vivir sin tabaco.
Mauricio explica que en las sesiones siempre hay un neumólogo especialista en consumo de tabaco que da charlas de cómo la salud se deteriora en los fumadores; así como hay atención sicológica y siquiátrica si así se cree conveniente. Es por eso que Mauricio sintió ahí una zona de confort.
Nunca sintió los síntomas de abstinencia que suelen acompañar las primeras semanas al haber dejado de fumar. “Para mí haber dejado de fumar ha sido un milagro de Dios, porque no me costó tanto como me imaginé, pero eso sí nunca falté a las reuniones en la clínica”, recuerda.
“Aún guardo los parches de nicotina de recuerdo porque ni los necesité, ni las pastillas que te dan para calmar la ansiedad”, dice. Porque una vez que Mauricio tomó la decisión no hubo vuelta a tras.
Asociación de exfumadores
Con el cambio de rutina, la fortaleza que le daban los demás luchadores en contra del tabaquismo y el apoyo de su familia y de su fe había logrado mantenerse libre de tabaco. Con a penas unos meses de haber dejado de fumar, la coordinadora de la clínica, la doctora Liliana de Choto le hizo una propuesta que cambió su vida.
Le ofreció la presidencia de la Asociación de Exfumadores Salvadoreños (Exfusal) y él aceptó.
La asociación fue fundada hace 14 años, pero fue legalmente constituida el 18 de septiembre de 2002 en la cuna de la Clínica de Cesación de Tabaco, once años después de haber iniciado el trabajo de esta última. Exfusal tiene como misión el compromiso de liberar a personas fumadoras, prevenir la adicción y proteger a fumadoras y fumadores pasivos.
Con este compromiso, llegó una motivación más para Mauricio y con él también llegó una serie de nuevas amistades y retos, ya que Exfusal ha estado al centro y al frente de las políticas de salud que buscan disminuir el consumo de tabaco e incrementar las regulaciones estatales para desincentivar a los fumadores.
En este sentido, desde el nacimiento de la asociación la búsqueda de que El Salvador tuviese una Ley para el Control del Tabaco fue un pilar fundamental. Y fue dentro de la administración de Mauricio que se logró su aprobación el 29 de julio de 2011. Así como ha liderado la coordinación con la Coalición Salvadoreña para la ratificación del Convenio Marco para el Control de Tabaco de la Organización Mundial de la Salud.
Recuerda aquellos días convulsionados de la aprobación de la ley. Luego de que los diputados de la Asamblea Legislativa aprobaron la ley, fue vetada por el presidente Mauricio Funes y luego los diputados lograron superar el veto. “Y se aprobó la ley, pero el presidente no se quedó tranquilo e hizo observaciones a 10 de los artículos, y por eso quedaron débiles”, explica. Entre ellos la designación de espacios para fumadores dentro de los bares y restaurantes así como la implementación de impuestos.
Sin embargo, una de las formas de reforzar la ley era ratificar el Convenio Marco y por eso Mauricio junto a demás miembros de Exfusal comenzaron a cabildear y visitaron a cada uno de los diputados para lograr la ratificación. Este ha sido el último logro que han conseguido los luchadores en contra del consumo de tabaco.
Así, el 9 de marzo El Salvador se adscribe a los más de 176 países que ya son Estado Parte del Convenio y activamente aplican políticas de control del tabaquismo.
El próximo 31 de mayo se celebra en todo el mundo el Día Mundial sin Tabaco y las autoridades de Salud buscan poner en la agenda pública el aumento de impuestos a los productos del tabaco, no solo para aumentar la recaudación fiscal, sino principalmente que esto sirva para encarecerlos y así desmotivar el consumo.
Además, Mauricio quien se ha vuelto un alto activista por la lucha en contra del tabaco es de la opinión que además de esto se necesita un reglamento, porque esto le dará aplicabilidad a la ley y se comience a caminar con las multas y sanciones que esta establece.
El reto para Mauricio no solo está en la lucha social y política en contra del tabaquismo, sino también su lucha personal de mantenerse lejos del vicio que lo perturbó por 45 años. Recuerda que no fue tan difícil como lo imaginó y solo el primer año se soñaba fumando y amanecía con culpa.
Ahora la situación ha cambiado. Han pasado ya cinco años desde que tomó la firma decisión de dejar el cigarro y sigue asistiendo a todas las reuniones de la Clínica de Cesación de Tabaco. Según datos que maneja la institución las recaídas a más de un año andan en un 37% – 48%, por lo que siempre es una lucha constante.
“Yo he hecho esta labor con Exfusal como agradecimiento por lo que hicieron por mí”, dice sonriendo.