Cada Lunes Santo, en Texistepeque, departamento de Santa Ana, se realiza una colorida ceremonia –una mezcla de danza, teatralidad y procesión− en la que los Tancigüines (personajes vestidos de demonios) se enfrentan a Jesucristo (el bien).
Habitantes de este municipio, visitantes del interior del país y extranjeros asisten a este ritual que cada año cobra más auge.
Jesús lleva y suena una campanilla, y un cinturón de lazo grueso. En las esquinas da tres vueltas y mira hacia los cuatro puntos cardinales, sugiriendo con ello que el mal puede provenir de cualquier parte.
Al toque de las campanas de la iglesia, los Talcigüines salen de ella y corretean por las calles. Cada uno lleva un látigo y al llegar cerca de Jesús se produce una serie de movimientos donde ambos se desplazan en forma circular.
Antes de su sometimiento, los demonios atacan con sus látigos a los espectadores como advertencia de que siempre hay que estar alertas contra el mal, según la tradición.
El encuentro culmina con la derrota y caída humillante de cada Talcigüín ante La Ceremonia – así llaman los lugareños a Jesús−, quien al sobrepasar el cuerpo del vencido lo roza con el lazo que lleva en su cintura. Los diablos van siendo vencidos y Jesús va caminando sobre ellos como señal de triunfo del bien sobre el mal.
Finalmente, los Talcigüines se levantan y salen corriendo hacia la iglesia.