El asesinato de doña Gloria Pacheco fue premeditado. Nadie, más allá de sus ejecutores, sabe por qué la mataron. Lo cierto es que el crimen fue planificado.
La mañana del 22 de enero de 2011, «José» (nombre ficticio del testigo bajo régimen de protección) se encontraba en el punto de taxis piratas de la urbanización Cima 1 de San Salvador. Ahí trabajaba como taxista.
De pronto observó a través del retrovisor que una mujer alta, de piel trigueña y cabello ondulado, se acercaba hacia el vehículo donde él se encontraba.
Entonces «José» se dio cuenta que era Guianna, una mujer de unos 35 años. Ya la conocía. La había visto antes porque vivía sobre la calle de la Constancia, donde él hacía su recorrido todos los días.
Cuando Guianna se acercó al automóvil, hablaba por teléfono. Terminó la llamada y le dijo al taxista que se fuera para el mesón El Titanic, que ahí la estaban esperando “los bichos”.
El taxista se dirigió al mesón, ubicado a dos cuadras al sur de donde estaba. Cuando llegó observó que una joven menor de edad, que estaba embarazada, lo esperaba afuera. La adolescente era Yamileth.
José también la conocía de vista. Cuando ella vio llegar el taxi le hizo señal para que metiera el carro de retroceso y le pidió que abriera el baúl porque “los bichos” iban a meter algo.
Entonces se percató que dos jóvenes venían cargando una caja roja con envases vacíos de gaseosa. Metieron la caja al baúl y luego entraron al vehículo. Yamileth se subió adelante y le pidió al motorista que se dirigiera a la Cima 1.
Cuando llegaron a la urbanización, uno de los dos jóvenes le dijo al taxista que detuviera el automóvil porque se iba a bajar. Se quedó en una esquina, cerca de un poste.
El taxista continuó su marcha y una cuadra adelante el otro joven le solicitó que se detuviera de nuevo. Le pidió que abriera el baúl del carro y se dirigió a sacar la caja con envases de gaseosa. Le dijo que no tardaba y que lo esperara un poco más adelante, a la par del chalet frente a la escuela.
En el vehículo se quedó la adolescente junto a José. Pocos minutos después se escucharon unos disparos. José observó a través del retrovisor que el mismo sujeto que le había pedido que lo esperara corría hacia el vehículo guardándose un arma de fuego en la cintura.
José intentó acelerar antes que el joven subiera, pero no pudo evitarlo. “¡Puta culero… Ojalá me hubieras dejado!”, le gritó. De inmediato, le ordenó que se trasladaran sobre la calle nueva a Huizúcar.
Mientras viajaban en el vehículo, el joven sacó el arma de fuego y se la entregó a Yamileth. Ella la envolvió en una camisa. Luego le pidió que le diera algo para limpiarse la cara y ella le dijo que no tenía nada.
El joven estaba ansioso. Dentro del carro encontró un rollo de papel higiénico y arrancó un pedazo para limpiarse el rostro salpicado de sangre. Le temblaban las manos y las piernas.
Entonces, le pidió al motorista que lo fuera a dejar a la calle Cinco de Noviembre, cerca de la línea del tren. “¡Dale! ¡Dale con todo!”, le gritaba.
El taxista los llevó hasta ese lugar. Ahí dejó a los dos y se fue directo al punto de taxis piratas.
La policía del sistema 911 recibió, alrededor de las seis de la tarde, la llamada de una persona que no quiso identificarse quien manifestó que en una tienda de la urbanización La Cima I acababan de asesinar a disparos a la propietaria del negocio.
En ese momento, varios agentes se trasladaron hasta el “Depósito La Cima”. Ahí había sido asesinada Gloria del Rosario Pacheco Osegueda, de 52 años, propietaria del negocio.
Cuando los agentes llegaron, observaron que la señora estaba tendida en el piso de su casa. Luego se presentó la Fiscalía General de la República (FGR) y comenzó a recolectar las evidencias. En el piso había casquillos de pistola 9 milímetros.
Uno los médicos forense del Instituto de Medicina Legal (IML) determinó que la muerte de Gloria fue por una herida que le causó una bala en su cráneo.
Ese mismo día por la noche, Guianna llegó al punto de taxis. Se le acercó a José y le entregó dinero por el viaje que había realizado hacía unas horas. Él le dijo que no iba a agarrar nada porque no quería meterse en problemas.
Ella replicó en tono amenazante que lo tomara y que no anduviera diciendo nada. José extendió la mano: eran 50 dólares.
El pasado 9 de abril agentes policiales capturaron a Guianna Karla Mesulemeth Contreras, de 37 años; y a Bryan Enrique Chicas, de 24 años, acusados del homicidio de doña Gloria.
El móvil del homicidio sigue siendo un misterio. Son varias las hipótesis que manejan las autoridades: desde una posible extorsión hasta rencillas personales.
El caso está en la fase de instrucción donde la Fiscalía deberá presentar las pruebas que determinen la participación de ambos imputados en el homicidio de la señora. Y también por qué la asesinaron.