A William lo mataron porque ya no quería ser pandillero, y eso dentro de los códigos de las pandillas significa firmar la sentencia de muerte. El joven panadero lo supo desde siempre, pero el deseo de vivir horadamente fue más fuerte y lo arriesgó todo.
La mañana del 2 de agosto de 2013, el joven acabó tendido sin vida en el pavimento de una de las calles de la colonia Los Andes en San Marcos. Sus ejecutores le dispararon sin compasión hasta vaciarle todas las balas de sus armas.
Momentos antes, William había ido a la panadería donde trabajaba, tomó su bicicleta, cargó el canasto de pan francés y salió a las calles a ganarse la vida.
Al final de la 4ta calle oriente de la colonia Los Andes, una mujer delgada, que vestía un short negro y una camisa deportiva blanca, se le acercó al panadero. Este se bajó de la bicicleta y comenzó a platicar con la mujer de piel morena, conocida como «La Marimacha».
Nadie sabe qué hablaron porque la aproximación entre ambos fue breve. Ella le dio unas palmadas al joven en la espalda con su mano derecha. Luego el panadero tomó una bolsa de pan y caminó calle abajo, hacia una casa de lámina.
«La Marimacha» comenzó a caminar detrás de él. En cierto momento sacó de entre su ropa un arma de fuego y le disparó a William en la espalda. Este cayó al suelo y en ese instante tres sujetos aparecieron con pistolas y le dispararon hasta dejarlo sin vida.
Las autoridades policiales llegaron cuando el joven ya había muerto. El cuerpo estaba tendido en el pavimento a la vista de los curiosos. Cercaron la escena con cintas amarillas e investigaron que la víctima se llamaba William Alfredo Guerrero y tenía 23 años de edad.
William era expandillero de la 18, pero desde hace unos meses había decidido no continuar en la pandilla, consiguió empleo en una panadería y desde entonces comenzó a recibir amenazas de muerte.
Dentro de los códigos de las pandillas se establece que salirse del grupo criminal es considerado una traición y la persona que se atreve a desertar, es asesinado. Pero las pandillas no siempre proceden de la misma manera. Hay una manera de perdonarles la falta: cuando deciden hacerse cristianos.
El mediador de la tregua entre pandillas, Raúl Mijango, evade hablar del porqué las pandillas deciden asesinar a las personas que no quieren continuar siendo pandilleros.
“Eso no te lo podría contestar porque yo no trabajo esa área. Nosotros trabajamos con monseñor (Fabio Colindres) con una concepción diferente en el tema de pandillas”, dijo.
Mijango asegura que “todo el proceso que nosotros hemos llevado adelante está enfocado en la solicitud que ellos (los pandilleros) abandonen la violencia, pero no les pedimos que renuncien a las pandillas”.
“Al fin y al cabo lo que afecta a la sociedad son los hechos violentos que ellos realizan, no el hecho de pertenecer o no a una determinada organización”, manifestó.
Un testigo clave
Una persona observó cuando los cuatro sujetos asesinaron a William. El testigo fue identificado con la clave “Eterno” y se le otorgó el Régimen de Protección a Víctimas y Testigos a cambio que declarara todo lo que había visto. El testigo aceptó.
Ante las instancias judiciales relató cómo sucedieron los hechos y brindó los nombres de los tres hombres y de la mujer que participaron en el crimen del joven panadero. También dijo cómo vestían los delincuentes cuando asesinaron a la víctima.
Ellos son Nehemías López Magaña, alias Pupusa, Juan Carlos Torre, alias El vieja, José Isaías Escobar, alias El Carmona y la mujer, Beatriz Alina Mejía, conocida como La Marimacha. Todos pandilleros de la 18.
El pasado miércoles, el Tribunal 4° de Sentencia de San Salvador condenó a 25 años de cárcel a los imputados. La declaración del testigo clave fue determinante para la condena que ejecutó el juez.
La Policía Nacional Civil (PNC) le atribuye a las pandillas el 90% de los homicidios que se registran en el país. Esto pese a que desde hace dos años los pandilleros pactaron una tregua para disminuir los homicidios.