El Salvador
domingo 12 de enero de 2025

La basura: pesadilla de los habitantes de Mejicanos

por Teresa Andrade


No son pepenadores, no son recicladores, son tan solo los habitantes del municipio de Mejicanos que contrario a otras comunas del Gran San Salvador, su población tiene desde hace varios meses un serio problema con los desperdicios.

En Mejicanos, la basura ha sido un problema serio desde hace meses, no es cosa de tres días o una semana en que se paró el servicio del tren de aseo. La lenta recolección de los desperdicios es un viejo flagelo para este municipio, donde habitan unos 140,751 habitantes según el último censo realizado en 2007 y se generan entre 110 y 125 toneladas diarias de basura.

En las calles principales de Mejicanos, es de lo más común ver promontorios de basura por doquier. La costumbre de arremolinar cientos de bolsas en la aceras principales es una práctica usual tanto en las colonias más populosas como en las privadas.

Al filo de la frontera del municipio de San Salvador y Mejicanos, la diferencia es notoria. Si se entra por el lado de la Universidad de El Salvador hacia Zacamil, luego del mercado, decenas de pupuserías, comedores, panaderías y tiendas se enfilan al borde de ambas calles. Sin embargo, cada 500 metros una montaña de basura resalta a la vista.

Esta calle es una de las neurálgicas de esta región. A diario pasan por acá miles de habitantes de la zona y desde la ventanilla de los vehículos o el transporte colectivo, en los últimos días, una montaña de basura en medio de dos pupuserías bañada en cal era un foco de atención.

Así los promontorios se volvieron protagonistas de las noticias, pero en verdad esta epidemia de basura no solo ha generado insalubridad y zozobra esta última semana atrás. Algunos habitantes aseguran que desde noviembre la recolección ha venido desmejorando.

Un vecino de la colonia San Rafael cerca de la comunidad Las Palmas, al nororiente del municipio, cuenta que su casa se ha vuelto refugio de montañas de basura. “Dejamos los desperdicios en el patio, porque si los sacamos es peor. Los sacamos justo cuando pasa el camión, porque si no se nos hace un desastre”, comenta.

Este habitante asegura que desde noviembre el camión recolector se ha vuelto un mito, una leyenda, un aparecido que de vez en cuando se materializa en las calles para recoger los desperdicios. Cuenta que meses atrás el transporte hacía sus apariciones lunes, miércoles y viernes. De repente, comenzó a disminuir sus llegadas a dos y de un mes para acá se ha limitado a un día a la semana.

La basura acumulada en las principales calles del municipio generan problemas sanitarios en la región. FOTO D1: Teresa Andrade

La basura acumulada en las principales calles del municipio generan problemas sanitarios en la región. FOTO D1: Teresa Andrade

Por lo que las peripecias con la basura del día, todos esos desperdicios acumulados de los cascarones de huevos de las cenas, los huesos del pollo del almuerzo, el papel higiénico de una familia de cinco, toallas sanitarias, el papel periódico que ha absorbido los orines del perro de la casa, cáscaras de la fruta que se comieron los hijos a media tarde, en fin, un sinnúmero de desperdicios comienzan a atipujarse en el patio trasero.

Las primeras horas del cúmulo, apenas es perceptible que hay basura acumulada en la casa. Unas 24 horas después y ya el sol comienza a cocer toda esa amalgama de desperdicios. Y cada día llegan más bolsas, y las primeras ya están doradas bajo el sol. Casi a fuego lento, aquello comienza a emanar desde lo más rancio, la podredumbre, la humedad que deja la primera escoria luego de tres días bajo el sol.

Entonces, la generación espontánea comienza a dar sus primeros frutos y los gusanos cómodamente se convierten en moscas, e inundan el aire de aquel patio de ese hogar donde viven dos niñas pequeñas, una señora cuarentona, su madre que ronda los 70 y el padre también cincuentón.

Las casas acá son pequeñas, no pasan de nueve metros cuadrados. A pocos pasos de este caldo de cultivo, está la cocina y el comedor, donde a diario esta familia se reúne a departir sus alimentos.

El cincuentón cuenta que para evitar la proliferación de moscas rocían incesantemente las bolsas de veneno en spray. Pero la tortura no se limita aquí. Por las noches, otros protagonistas aparecen a hacer más problemático el promontorio. “Los gatos y tacuazines llegan a romper las bolsas para comerse los desperdicios. Ahí toca andar levantándose en la madrugada a echarles agua para que no rompan todo”, cuenta.

Aunque le toque mantener este régimen estricto para palear la situación. Desgraciadamente, sus vecinos no tienen el mismo mecanismo, y se comienzan a hacer promontorios a las afueras de cada pasaje. La gente sin saber si pasará o no el recolector saca su basura con la esperanza de que la insalubridad se vaya lejos y llegue naturalmente al relleno sanitario. Eso en Mejicanos parecería un sueño para sus habitantes.

La basura nuestra de cada día

A unos dos kilómetros de esta zona, se encuentra la residencial El Bosque, otro lugar populoso de este municipio. El panorama es exactamente el mismo en las casas y en las calles que abrazan este complejo habitacional.

Acá, un pequeño negocio de subsistencia de chocobananos, mangoneadas y fruta picada vive toda una crisis debido a la falta del tren de aseo en la zona. Pese a que, desde hace más de dos meses, el servicio es irregular, ellos se las han arreglado a su manera. “A veces salimos en el carro, con la basura en cajas y las llevamos a algún promontorio de basura cercano. Es que no podemos estar así con el cúmulo del desperdicio de frutas. Es mejor hacerlo nosotros”, manifiesta el emprendedor.

Esta es una práctica común en esa zona, donde el temor a que los perros rompan las bolsas en las calles y al pequeño espacio con el que cuentan en los patios los obliga a resolver el problema ellos mismos.

“Como todos trabajamos en la casa, sacamos la basura en la mañana confiados en que ese día le toca pasar. Cuando regresamos de los trabajos, encontramos que la basura sigue en su lugar, pero los perros han hecho estragos y toda la cera se embarra de cualquier porquería y además ha aguantado todo el sol del día. A nosotros pena nos da”, dice una vecina de Residencial El Bosque.

Insiste en que es increíble que en esa misma colonia viva la asistente del área de comunicaciones de la alcaldía de Mejicanos y que ni así se pueda ejercer presión para que la alcaldesa arregle pronto el problema que aqueja a miles de personas del municipio.

Cada quien se rebusca y trata de sortear de menor manera la emergencia. Unos adornan los árboles cercanos con bolsas cargadas de basura, otros bien podrían competir entre comunidades por la montaña más grande de desperdicios.

El problema con el tren de aseo ha llegado a niveles inimaginables, afirman algunos habitantes que no se puede confiar en que se lleven las ramas si se ha podado un árbol o si su casa es la última del pasaje y el camión logró llenarse, pues ya su casa es la única que deja con sus bolsas en frente. “Casi que depende de cómo amanecieron ese día para saber si se llevarán la basura o no”, afirma un vecino de la colonia San Rafael.

Desde el 6 de enero la comuna entró en disputa entre la alcaldesa y sus concejales. En ese estire y encoje, que se decía que no había gasolina para los camiones, que si las llaves estaban decomisadas, que si la alcaldía debía miles de dólares a Mides, la compañía que administra el relleno sanitario y no dejaba entrar la basura, no se sabe quién tiene la razón.

Mientras las autoridades se tiran la bola y el Ministerio de Salud arrojó una alerta sanitaria, por fin este miércoles el tren de aseo hizo su aparición en público. No eran los mismos de siempre. Son unos nuevos, de color verde, de la empresa Mides. Después de 13 días por fin algunas familias se deshicieron de las bolsas, del hedor y de la pena de vivir en medio de la basura.

Mides comenzó este miércoles a recoger la basura en el lugar. FOTO D1: Teresa Andrade

Mides comenzó este miércoles a recoger la basura en el lugar. FOTO D1: Teresa Andrade