Antes de emitir la sentencia, el juez Delfino Parrilla Rodríguez enumeró a los presentes con lujo de detalles de cómo los Bobadilla asesinaron a Helene Stefhany Arias Moreno, quien sufrió por más de una hora heridas superficiales y golpes entre leves y fuertes, antes de perder la vida.
La joven universitaria fue muy valiente porque se enfrentó con sus verdugos y luchó antes de perder la batalla. Con uñas y dientes trató de defenderse, pero los golpes que recibía en la cabeza con un martillo fueron más poderosos y le arrebataron la vida, poco a poco.
Mientras estaba impotente en el piso, las mujeres Claudia Patricia Leiva de Bobadilla y Andrea Alexandra Bobadilla seguían propinándole golpes hasta que le perforaron el cerebro. Además, con un objeto corto punzante le hicieron heridas superficiales, como señal de hacerla sufrir antes de propinarle el golpe mortal.
Tanto luchó por su vida Helene Stefhany Arias Moreno, que logró lacerar con sus uñas a las condenadas, dejándoles cicatrices que llevarán en sus cuerpos como una maldición hasta el día que mueran.
En la escena del crimen hubo un exceso de violencia de las Bobadilla, al grado que una de las uñas acrílicas de las acusadas se le fracturó y fue encontrada en el cadáver de la universitaria, lo cual robusteció la tesis y la pruebas de la representación fiscal. También entre sus manos había cabello de las imputadas.
Pero mientras la joven universitaria moría a pausas y con lujo de barbarie, su novio José Alejandro Bobadilla degustaba de comida rápida en el mismo lugar donde las Bobadilla se llevaron a la joven Arias Moreno.
Todo sucedió al mediodía del 30 de octubre del 2012 en el parqueo del centro comercial Las Cascadas de Antiguo Cuscatlán. En ese lugar, la víctima almorzaría con su hermano Bryan Arias Moreno y José Alejandro Bobadilla.
Mientras la joven era trasladada al lugar donde sería asesinada, José Alejandro Bobadilla tuvo tiempo para llamar a su tía Andrea Alexandra Bobadilla y le dijo “y el voladito, me hizo el voladito”.
Helene Stefhany Arias Moreno no llegó a la hora indicada y su hermano (Bryan) se puso nervioso porque ya habían transcurrido más de treinta minutos, y al no contestar su celular, optó por decirle a su cuñado si conocía el último número que había marcado su hermana y este respondió que no. Y ante su insistencia hizo que José Alejando Bobadilla marcara ese número desde su celular y se sorprendió cuando vio en la pantalla la palabra “tía”.
Ante esas pruebas en contra del exnovio de la víctima, el juez Parrilla le recriminó porque no comunicó al hermano de su novia lo que estaba sucediendo y con ello hubiera evitado el asesinato de la joven universitaria. Desde ese momento se convirtió en cómplice necesario.
Se presume que el plan era secuestrar a Helene Stefhany Arias Moreno y cuando se les salió de las manos optaron por asesinarla, hipótesis que no pudo ser robustecida por la Fiscalía.
El cuerpo de la universitaria fue enterrado en una de las viviendas de Quintas de Gratamira de San Juan Opico, donde días antes las Bobadilla habían pagado seis dólares para que cavaran el agujero donde sepultaron a la víctima, junto con todas las evidencias que las incriminaban.
Ante los ruegos de la madre de Helene Stefhany y con el cargo de conciencia, José Alejandro Bobadilla decidió llamar al investigador asignado al caso y dio las pistas donde se encontraba el cuerpo de su exnovia.
Al conocerse la sentencia, las mujeres Claudia Patricia Leiva de Bobadilla y Andrea Alexandra Bobadilla, se mantuvieron firmes y no dijeron nada. Solamente José Alejandro comenzó a llorar, aunque también declinó opinar ante los medios de comunicación. Solamente una de sus familiares se le acercó, habló con él y antes de ser llevado a una bartolina del tribunal, le persignó y le deseó suerte.
Uno de los abogados del condenado le dijo: “no te ahueves, aquí no termina la cosa y sé fuerte”.
Mientras tanto, los padres de Helene Stefhany Arias Moreno dijeron estar satisfechos por la condena que recibieron los imputados y declinaron recibir dinero como responsabilidad civil porque “ningún dinero podría devolver la vida de mi hija”, dijo la señora de Arias.