Al menos 132 personas fueron asesinadas la madrugada del sábado en el norte de Burkina Faso en un ataque supuestamente perpetrado por yihadistas, según las autoridades, y que constituye la peor matanza en la historia reciente del país.
La masacre se produjo en la localidad rural de Solhan, a unos quince kilómetros de la capital provincial de Sebba, en la castigada región del Sahel, cuando hombres armados no identificados abrieron fuego de forma indiscriminada, causando además unos 40 heridos, según detalló el portavoz del gobierno, Ousséni Tamboura.
Sin embargo, estas cifras son provisionales y medios locales como Libreinfo.net y Sidwaya hablan ya de al menos 160 víctimas mortales enterradas en una única fosa común; número que Efe no ha podido confirmar de forma independiente.
Alrededor de las 02.00 hora local (igual GMT), montados en una veintena de motocicletas, los insurgentes atacaron primero un puesto de la fuerza civil antiyihadista «Voluntarios por la Defensa de la Patria» (VDP), precisó la Agencia de Información de Burkina Faso (AIB), antes de abrir fuego también contra casas y caminantes.
«Este ataque perpetrado contra la población civil se ha saldado con un precio muy alto», lamentó Tamboura en un comunicado oficial, en el que anunció un duelo nacional de 72 horas y denunció además la quema de viviendas y del mercado local.
Burkina Faso sufre ataques yihadistas desde abril de 2015, cuando miembros de un grupo afiliado a Al Qaeda secuestraron a un guardia de seguridad rumano en una mina de manganeso Tambao, al norte del país, que aún sigue desaparecido.
La región más afectada por la inseguridad es la del Sahel, fronteriza con Mali y Níger -y donde se encuentra la urbe de Solhan-, si bien desde mediados de 2018 los ataques se han expandido también al este del país ante el empeoramiento de la situación.
Los actos terroristas se atribuyen al grupo local burkinés Ansarul Islam, al Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes (GSIM) y al Estado Islámico en el Gran Sáhara (EIGS), quienes actúan también en las vecinas Mali y Níger.
Por el momento ningún grupo yihadista se ha atribuido esta masacre, calificada por el presidente burkinés, Roch Kabore, de «barbarie» en un mensaje a través de Twitter en el que recordó que las fuerzas de defensa «están trabajando arduamente para encontrar y neutralizar a los responsables».
De acuerdo con analistas del proyecto Datos de Ubicación y Eventos de Conflictos Armados (ACLED), el ataque podría estar relacionado con la campaña anti-VDP liderada por los islamistas de GSIM, que en los últimos meses han repetido incursiones mortales en la provincia de Yagha a la que pertenece Solhan.
Ataques
Unas horas antes del atentado, según fuentes oficiales, al menos otros 13 civiles y un militar fueron asesinadas en la ciudad de Tadaryat, localizada a unos 150 kilómetros al norte de Solhan, tras una incursión armada.
Y hace menos de un mes, en el pueblo de Kodyel (también en el este) un centenar de hombres armados acabaron con la vida de al menos 30 personas, incluidos niños y dos «Voluntarios por la Defensa de la Patria».
A finales de abril, en otra emboscada armada esta vez en el sureste de país, fueron asesinados los periodistas españoles David Beriáin y Roberto Fraile, justo a un conservacionista irlandés, mientras grababan un documental sobre la caza furtiva.
Como consecuencia de la creciente violencia, Burkina Faso sufre la crisis de desplazados que más rápido crece en el mundo, con más de un millón de personas que han abandonado sus casas.
Según el ránking de 2020 del Consejo Noruego para los Refugiados (NRC), esta es también la séptima crisis humanitaria más desatendida a nivel global; solo superada por la República Democrática del Congo (RDC), Camerún, Burundi, Venezuela, Honduras y Nigeria.
Condena
Tanto la Unión Europea como Naciones Unidas manifestaron su malestar y condena ante dicho ataque, considerado el más mortífero jamás perpetrado en esta nación de África occidental desde que irrumpiera aquí la violencia islamista en 2015.
El secretario general de la ONU, António Guterres, condenó anoche «el atroz ataque» y subrayó la necesidad urgente de la comunidad internacional de redoblar el apoyo de los Estados miembro «en la lucha contra la violencia extremista», según un comunicado remitido por el portavoz Stéphane Dujarric.
La Unión Europea calificó a los perpetradores de «cobardes y bárbaros» y pidió llevarles ante la justicia, en un comunicado firmado por el alto responsable de Política Exterior, Josep Borrell.
De acuerdo con Corinne Dufka, directora de África occidental de Human Rights Watch (HRW), más de 500 personas ha sido asesinadas desde enero de 2021 a manos de islamistas armados en el Sahel, la mayoría en atentados cometidos por ISGS.
«Los yihadistas deben distinguir entre civiles y combatientes; (mientras que) las fuerzas de seguridad deberían aumentar la protección de las poblaciones en peligro», denunció Dufka vía Twitter.