Ante la crisis que enfrenta la industria automotriz europea, la junta directiva de Volkswagen consideró el cierre de tres fábricas automotrices.
Esto encendió las alarmas en los sindicatos de la industria automotriz alemana, lo cual llevó a una negociación para que no se realizara dicha acción.
No obstante, la industria automotriz alemana en su conjunto teme que si no se logra enfrentar la amenaza china en la competencia de los vehículos eléctricos se pudiesen llegar a perder más de 180 mil empleos en Alemania.
El mayor fabricante de automóviles de Europa, Volkswagen, alcanzó un acuerdo con los sindicatos de trabajadores IG Metall para mantener las plantas de la empresa en Alemania junto a los miles de puestos de trabajo para continuar en funcionamiento pese a las condiciones económicas que aquejan la región europea, informaron medios internacionales.
Ambas partes alcanzaron un acuerdo que permitirá invertir en el futuro del gigante automovilístico sin arriesgar el futuro de los empleados y sus familias, según un comunicado lanzado por la gremial citado por DW.
Alrededor de 100,000 empleados se manifestaron en contra de las amenazas del Consejo de Administración de Volkswagen (cerrar tres fábricas) en dos días de huelgas de advertencia en las sedes de la empresa.
El compromiso se alcanzó tras más de 70 horas de negociaciones, las más largas en los 87 años en la historia de la empresa. Bajo esta perspectiva, los despidos obligatorios quedan cesados.
«No se cerrará ningún centro, no se despedirá a nadie y nuestro convenio salarial de empresa estará garantizado a largo plazo. Con estas tres cosas, hemos logrado una solución sobre las condiciones económicas más difíciles”, declaró Daniela Cavallo, presidenta del Comité General de Empresa de Volkswagen AG, al medio Euronews.
En primera instancia, la dirección de Volkswagen anunció el cierre de tres de sus plantas en la nación germana y reducir el tamaño de las restantes, así como el despido de miles de empleados y el recorte del 10% del salario del personal restante, junto a la disminución de las jornadas de trabajo.
Al panorama se sumó la competencia de rivales chinos. A esto se añadió los costes de producción por la crisis energética que repercute a la región.
Cabe destacar que la Unión Europea impuso aranceles a los automóviles eléctricos chinos para proteger a la industria local. Sin embargo, Alemania ha mostrado su rechazo a una guerra comercial que afecte las inversiones y las importaciones de sus grandes fabricantes en China.