Desde que Diego pudo hablar les dijo a sus papás que él quería ser una princesa, lucir vestidos y jugar con muñecas. Peros los progenitores de este niño pensaron que solo era una etapa, que solo estaba jugando.
Sin embargo, Diego continúo pidiendo que se refirieran a él como niña y que la trataran como tal. Al ver la importancia y la determinación en sus palabras, los papás de Diego decidieron ayudar a su hijo en su transición y dar a conocerla como tal.
Un día Diego dijo que él “ya no estaba” y que en su lugar existía Luna Alejandra.
Ahora con 10 años Luna Alejandra se ha convertido en una niña trans que vive en Bogotá, Colombia. A su corta edad está luchando junto a su familia para ser reconocida con su verdadera identidad de género: la de una niña.
Luna junto a su mamá Olga Guarín han ofrecido diversas entrevistas a medios internacionales en donde hablan de la historia y la lucha de la pequeña.
“A veces nuestros hijos lo manifiestan y nosotros nos hacemos los de los oídos sordos. Yo pensaba, por la ignorancia, que era algo pasajero, pero Luna siempre estuvo ahí, todos los días se hacía sentir y se hacía notar”, dijo la madre de Luna a CNN.
Uno de los recuerdos más traumáticos que guarda Luna es cuando los profesores no la querían llamar por el nombre con el cual se siente identificada y la obligaban a cortarse su cabello; sin embargo esto no pasó con sus compañeros, quienes respetaron su decisión y la acompañaron en el proceso.
En otra de las entrevistas la mamá de Luna confesó que cuando la menor tenía seis años una de sus profesoras la discriminó y en varias ocasiones la llamó diciéndole que eran pecadores porque debían de educar a su hijo como varón, “decía que llamarla Luna la llevaría por un camino de homosexualidad y drogas hacia el infierno”, agregó Olga.
Luego de muchas búsquedas en otras instituciones, Luna y su familia pudieron encontrar el centro educativo donde finalmente la niña fue aceptada y puede expresar su género de manera libre y sin discriminación.
La transición física de Luna inició a los cinco años, pudo cambiar su nombre y su apariencia, no obstante está esperando llegar a la adolescencia para introducirse a los tratamientos hormonales.
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