El destino de Venezuela, con default parcial de su deuda y bloqueada por las sanciones estadounidenses, depende más que nunca de sus aliados ruso y chino, tras una reunión sin acuerdo con sus acreedores, consideraban este martes varios economistas.
«El default parece hoy casi inevitable», analiza para AFP Ludovic Subran, jefe economista de la aseguradora Euler Hermes, un día después de una reunión en Caracas entre el gobierno y acreedores internacionales que duró media hora y concluyó con la promesa de un nuevo encuentro pronto.
La agencia de calificación SP Global Ratings declaró a Venezuela en «default parcial» del pago de su deuda, ante el impago de 200 millones de dólares en sus bonos globales, tras un periodo de gracia de 30 días para pagar el cupón de bonos 2019 y 2024.
El presidente Nicolás Maduro había convocado a los acreedores tras anunciar su voluntad de reestructurar su deuda exterior, estimada en 150.000 millones de dólares, ya que apenas dispone de 9.700 millones de reservas y debe desembolsar al menos 1.470 millones antes de final de año, y otros 8.000 millones en 2018.
Según participantes en la reunión en Caracas, que el gobierno venezolano calificó de «rotundo éxito», el ejecutivo desea establecer grupos de trabajo para evaluar las propuestas de renegociaciación de la deuda a corto y medio plazo.
«Las cuentas no cuadran. Los tenedores de bonos tienen razones para estar alarmados», afirma a la AFP el economista venezolano Orlando Ochoa.
«Venezuela está paradójicamente al borde del precipicio financiero, a pesar de contar con los recursos para hacer un cambio de orientación económica petrolera, lo cual le permitiría organizar un plan de recuperación», explica.
Complicada reestructuración
«Una reestructuración nunca es sencilla. Pero con las sanciones impuestas por los estadounidenses, aún lo es menos», advierte un especialista del mercado de la deuda bajo condición de anonimato.
A finales de agosto, Washington prohibió a sus bancos y sus ciudadanos comprar nuevas obligaciones o negociar acuerdos con el gobierno venezolano.
Pero, «es un poco tarde para reestructurar la deuda», subraya Subran, quien tampoco cree en la venta de activos como vía para solucionar la situación financiera en Venezuela.
«Y de todas formas, ¿quién estaría dispuesto a comprar en el contexto actual?», se pregunta.
Para sortear las sanciones estadounidenses, Maduro cuenta con Rusia y China, dos aliados a los que Caracas debe 8.000 y 28.000 millones de dólares respectivamente.
«Es verdad que acreedores como estos dos países pueden intervenir», reconoce el especialista de mercados de deuda.
Especulaciones
La cuestión es saber si todavía están dispuestos a mantener su apoyo financiero al país petrolero.
De momento, nada da a entender lo contrario. Pekín declaró el martes que su cooperación con Caracas «se desarrolla normalmente», y Moscú tiene previsto firmar el miércoles un acuerdo para reestructurar 3.000 millones de dólares de deuda venezolana, según fuentes concordantes.
Pero para Ochoa todo esto es «especulativo». «Parece que ambos países han llegado al límite», apunta.
«Claro que Rusia tiene interés, políticamente, en ayudar a Venezuela», admite Subran. «Pero el problema solo se pospondría», pues los mercados ya identificaron al país petrolero como el mayor riesgo actual para las inversiones.
El peligro para Venezuela, otrora el país más rico de América Latina, es verse apartado de los mercados, como su grupo petrolero, PDVSA, y tener que encarar embargos de activos y filiales en el extranjero.
Para salir de esta situación, Caracas podría permitirse «un pequeño subterfugio», apunta Subran, quien cree que el país sudamericano «podría entrar en default solo en la parte soberana, pero proteger PDVSA».
«Si PDVSA cae en default, los activos podrían ser embargados y por tanto ya no habría ingresos del petróleo, así que no sería posible financiar la cuenta corriente», añade.
«Tiene sentido», confirma Ochoa. «Los bonos de la república son más propensos a ser negociables. Los de PDVSA enfrentarían dificultades más inmediatas».