Uruguay se convirtió en la noche del martes en el primer país del mundo en legalizar la producción y venta de marihuana, con lo que busca enfrentar el narcotráfico en la región que más sufre la lucha contra las drogas.
Tras 12 horas de debate y con 16 votos en 29, solo los de la coalición de izquierda del gobernante Frente Amplio, el Senado uruguayo dio sanción definitiva a un histórico y polémico proyecto que habilitará la producción, distribución y venta de cannabis, el autocultivo y los clubes de consumidores, todo bajo control estatal.
Activistas y consumidores celebran
«Otro golpe más a la hipocresía social», sentencia con una sonrisa de oreja a oreja Valeria Rubino, una asistente social de 37 años presente en la manifestación de este martes que celebra en Montevideo la legalización de la marihuana.
Antes de la aprobación de una inédita legislación que regula la producción y el acceso al cannabis, cientos de personas se reunieron en la plaza Libertad de la capital uruguaya, donde se respira un ambiente de fiesta absoluto, amén de un penetrante olor a hierba, constató la AFP.
«Cultivando la libertad Uruguay crece», celebra una enorme pancarta colgada en el camión que escupe música del franco-español Manu Chao y que abrió paso a la marcha hacia el Palacio Legislativo.
Activistas pro legalización de vieja data, usuarios de a pie y hasta familias con niños se van sumando.
«Quiero que legalicen la marihuana, para fumar un porro por la mañana, y que la policía no diga nada cuando vea las plantas en la ventana», corean en la concentración.
«Qué emblemático que el Día Internacional de los Derechos Humanos hagamos este avance para crecer en libertades», dice Julio Rey, portavoz de la Coordinadora nacional por la regulación de la marihuana, convocante del festejo al que prefirió bautizar «la última marcha con la marihuana ilegal».
«Festejamos el fin de la prohibición, pero esto no es la meta, al contrario, es el punto de partida: la aprobación de esta ley da más y mejores armas en la lucha de avanzar en libertades, sin persecución y sin estigmatizaciones», sostiene entre banderines con la inscripción «Uruguay regula 2013» y globos verdes a granel.
«El logro más importante es el tema de la salud», opina Joaquín Silva, de 31 años, que vino a Montevideo desde Bella Unión, en la triple frontera con Brasil y Argentina, para celebrar «el gran día» y avanzar en las gestiones de su proyecto de cultivo para proveer a las farmacias.
«Hoy en día la marihuana que llega está llena de agrotóxicos y productos dañinos que están prohibidos incluso, y todo eso te lo fumas», se queja, y reivindica que la hierba que se fumará en adelante tendrá una calidad superior, además de que sacará del juego al narcotráfico.
Se puede mejorar pero igual hay que celebrar
Rey reconoce que la legislación es perfectible, pero considera que el momento histórico ameritaba flexibilidad para avanzar en la ley.
«Hay que ser conscientes de que es un proyecto que se logra en un contexto mundial de enormes presiones en contra», argumenta.
«Para mí este es un momento más histórico que anecdótico», lanza emocionado Santiago Duce, de 43 años. «Empecé a fumar a los 16 años, me comí (sufrí) dos detenciones porque aunque estaba permitido, la policía te detenía igual y te obligaba a decir dónde lo habías conseguido, o sea, te obligaba a mentir», cuenta al argumentar que la principal razón por la que celebra este martes es porque está «en contra del narcotráfico».
Circulan porros y pipas de todos los tamaños y estilos y, al menos en unos cuantos metros a la redonda, nadie parece escandalizarse. Salvo Juan García, quien lleva varios de sus 65 años sentándose cada día en un banco de esta plaza.
«¡Esto es una vergüenza! Lo que cuesta criar a un hijo para que termine así; que digan que esto no destruye la mente es una tontería», sentencia enfadado, y se lamenta de que su opinión sea «como una mosquita en un monte» en este contexto. «Pero si caminas dos cuadras hacia allá, vas a encontrar más opiniones como la mía», asegura este veterano, claramente parte del 61% de los uruguayos que, según un sondeo realizado en septiembre, estarían en contra de la aprobación de la norma.
El consumidor, protagonista
«La idea es ayudar al Poder Ejecutivo para que esto funcione», dice Ezequiel Peralta, de 20 años y participante desde hace seis en marchas, «fumatas» y manifestaciones para impulsar la legalización, que lo llevaron, según dice, a asistir a reuniones en la Torre Ejecutiva, sede de la Presidencia uruguaya.
«Hay que concientizar para que la gente use ahora los canales que son, para que se inscriba» en el registro, que el estado pone como condición tanto para cultivar la planta, consumo propio, y para adquirirla en farmacias.
Precisamente, el registro es uno de los puntos más cuestionados por los consumidores, que ven con recelo el destino de esa información. «Me parece ridículo que haya que registrarse para plantar», admite Valeria Rubino, «pero el que se está aprobando es el mejor texto posible que se podía aprobar».