La noche del viernes se convertiría en un campo de batalla sangriento para una nación que buscaba fervientemente defender la democracia de Turquía ante un intento de golpe de Estado. El saldo hasta el momento: 161 fallecidos, 1440 heridos y 2839 detenidos y un escenario de inestabilidad y confusión.
Parecía una noche como cualquier otra, era viernes, día en que muchas personas se reúnen y desestresan después de una semana laboral. La armonía de esa noche se vio truncada pasadas las 10:00 de la noche con las noticias de último minuto: Los puentes que unen la parte europea y asiática, Sultán Fatih y el Bósforo en Estambul habían sido tomados por militares y así ponían en marcha un golpe de Estado al gobierno del presidente Recep Tayip Erdogan.
La tensión iría en aumento, cuando se informó en la Radio- Televisión Turca (TRT), que el Aeropuerto Internacional Atatürk (el principal del país, y tercero a nivel Europeo), la estación policial en Vatan en Estambul y algunas infraestructuras de gobierno en Ankara habían sido tomadas por los golpistas. El resultado dejo como rehén al jefe del Estado Mayor, el general Huluai Akar.
Esta no sería la primera vez que los turcos viven un golpe de Estado, a lo largo de su historia han tenido cuatro, aunque de diferentes características y escenarios. El primero se registró en 1960 de tendencia progresista, el segundo en 1971 la cúpula militar intervino para desbaratar un complot de oficiales izquierdistas. Un tercero sucedió en 1980 donde el Estado Mayor tomo el control ante una serie de enfrentamientos entre la izquierda y derecha. El último fue en 1997.
A las 11:00 de la noche los golpistas realizaban su primer comunicado en vivo en la televisión pública TRT, en el que anunciaban la toma de control sobre la administración del gobierno y la creación de un Consejo de la Paz, que garantizara la seguridad del país. El comunicado finalizaba con la imposición de la Ley Marcial y Toque de Queda.
Mientras escuchaba a la presentadora leer dicho comunicado, decidí buscar más información y ponerme en contacto con familiares y amigos en El Salvador, pero las redes sociales como Facebook y Twitter había sido bloqueadas. Eso mismo sucedió en los ataques terroristas en el Aeropuerto Atatürk el 28 de Junio, un día después el internet funciono limitadamente e igual las redes no funcionaban.
Pasada la media noche el presidente Erdogan hacia su primera aparición en CNNTürk a través de la aplicación FaceTime, en su intervención el mandatario manifestó que no cree que el golpe de Estado prospere y al mismo tiempo animó a la población a salir a las calles y plazas en respuesta a los golpistas. Horas más tarde este medio de comunicación detendría su transmisión cuando golpistas irrumpieran en sus instalaciones.
Esto fue lo que detonó la alarma, cientos de manifestantes se lanzaron a las calles ondeando banderas turcas, cantando consignas y dispuestos a “defender la democracia de su país” incluso con sus vidas. Las personas empezaron a aglomerarse en el aeropuerto, la avenida Taksim y en puente Bósforo en Estambul al igual que principales calles en Ankara y del resto del país.
En Twitter el hashtag #SokağaSakınÇıkma que al traducirlo significa “sal a la calle tranquilo” estaba en el puesto número uno de tendencia, y la lista seguía en referencia a la situación que vivía Turquía. Uno de los hashtag que me llamó la atención fue #DarbeDeğilTiyatro “No es un golpe de Estado, es teatro” donde twiteros aseguraban que todo era parte de una farsa para que Erdogan tuviese la excusa perfecta de cumplir su objetivo de cambiar el sistema a presidencialismo.
Desde mi casa escuchaba carros con sus bocinas en lo alto, ambulancias, sirenas, disparos, helicópteros y aviones militares, en fin pareciera parte de los efectos de sonido de cualquier película de acción, en especial esas de Quentin Tarantino.
Y lo inevitable: explosiones y enfrentamiento entre sublevados, mandos militares y civiles tuvieron lugar bañando de sangre el pavimento y pintando de luto familias que hoy lloran a sus fallecidos. Los turcos estaban dispuestos a mantenerse firmes y evitar a toda costa el golpe de Estado. Turquía estaba en medio de un total caos.
Eran la 1:00 de la mañana, cuando el primer ministro Binali Yildirim aseguraba que algunos de los líderes del golpe habían sido arrestados y los sublevados empezaban a retirarse del aeropuerto.
Muchos empezaban entonces a celebrar al ver que soldados decidían rendirse, los civiles habían tomado la ley por sus manos capturándolos y llevándoles a los oficiales de policía.
Pero la euforia llegó a su climax cuando el mandatario Erdogan llegaba a Estambul pasada las 3:00 de la madrugada y daba una conferencia en el que afirmaba que el golpe había fracasado y que “los responsables pagaran un precio muy alto” por sus acciones.
Las cifras oficiales son la nota negra, 161 personas perdieron la vida entre los cuales, 104 son golpistas, 2 soldados, 41 policías y 47 son civiles. No me queda duda que durante las próximas horas los números seguirán en aumento.
A las 7:00 de la mañana los destellos del sol radiaban nuevamente y con ellos llegaba la calma para un país que tuvo una de las peores noches, las autoridades daban por “completamente normalizada” la situación en las calles, así como los vuelos se reanudaron desde tempranas horas. Aunque muchas personas decidimos quedarnos en casa, otras han seguido con sus labores y otros siguen celebrando “el gane de la democracia”.
Muestras de solidaridad salieron a la luz, como cuando policías trataban de salvaguardar a los jóvenes soldados que eran víctimas de golpizas o gases lacrimógenos por parte de la enfurecida población. Al final me quedo con esa imagen que demuestra que aún en momentos difíciles y de confrontación, los gestos de humanidad son más valiosos que las balas y las bombas.