El Salvador
viernes 27 de diciembre de 2024

Una enfermera española, primer contagio de ébola fuera de África

por Redacción


La mujer había atendido a los dos misioneros, Miguel Pajares, de 75 años, y Manuel García Viejo, de 69 años, repatriados a bordo de aviones militares medicalizados en agosto y septiembre.

Una auxiliar de enfermería española se convirtió este lunes en la primera persona contagiada de ébola conocida fuera de África, tras haber contraído el virus en el hospital madrileño donde atendió a los dos misioneros fallecidos por esta enfermedad.

La mujer, empleada en el Hospital Carlos III de Madrid, especializado en enfermedades tropicales, empezó a sentirse mal el 30 de septiembre, pero no acudió al médico hasta el domingo, explicaron responsables del ministerio de Sanidad en una rueda de prensa convocada de urgencia.

Tras dar positivo a dos pruebas del virus Ébola, la paciente, casada y sin hijos, cuya identidad no fue divulgada, fue aislada en un centro médico no especializado de Alcorcón, un suburbio al sur de la capital.

La mujer había atendido a los dos misioneros, Miguel Pajares, de 75 años, y Manuel García Viejo, de 69 años, repatriados a bordo de aviones militares medicalizados en agosto y septiembre respectivamente e ingresados en condiciones de aislamiento en el Hospital Carlos III.

Las imágenes de su llegada a Madrid los habían mostrado tendidos sobre camillas fuertemente protegidas con cápsulas de plástico totalmente cerradas y trasladadas por personal médico equipado con trajes integrales de lona, máscaras, gafas y varios pares de guantes.

Un atuendo similar debían portar las cerca de 30 personas que se turnaron durante días para ocuparse de ellos una vez ingresados en el hospital madrileño, con el objetivo de evitar cualquier contagio de una enfermedad que mata a casi la mitad de los infectados.

«Estamos trabajando para averiguar si se siguieron estrictamente todos los protocolos establecidos», afirmó la ministra de Sanidad, Ana Mato, quien, incapaz por el momento de explicar lo ocurrido, intentó lanzar un mensaje tranquilizador.

«Se están tomando todas y cada una de las medidas para garantizar la seguridad del personal sanitario que la está atendiendo (a la paciente) y de toda la población», aseguró.

Inquietud social 

El misionero García Viejo había sido repatriado con el virus Ébola el 22 de septiembre desde Sierra Leona, donde dirigía un centro médico de la Orden Hospitalaria San Juan de Dios. Aislado en una planta del Hospital Carlos III, falleció tres días después.

Al día siguiente, la auxiliar de enfermería tomó sus vacaciones, que finalizaron el domingo, explicaron los responsables del ministerio, sin precisar si la mujer se desplazó fuera de Madrid ni con quién estuvo en contacto.

A la muerte del religioso, para evitar contagios, no se le practicó la autopsia y sus restos fueron incinerados, como ya se había hecho tras el fallecimiento de Pajares, también en el Carlos III, el 12 agosto.

Traído desde Liberia a bordo de un avión del ejército español, este misionero se había convertido en el primer europeo en ser repatriado con el virus y fue tratado en vano con el suero experimental estadounidense ZMapp.

Su muerte había conmocionado al país. En su funeral, la ministra Mato aseguró: «Todos los protocolos se están cumpliendo a rajatabla».

La fiebre hemorrágica del Ébola ha causado 3.439 muertos en África occidental de los 7.478 casos registrados en cinco países -Sierra Leona, Guinea, Liberia, Nigeria, Senegal-, según el último balance de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

A esa cifra hay que añadir un caso en Estados Unidos, descubierto la semana pasada, cuatro días después de que el enfermo, primer diagnosticado fuera de África, llegara al país procedente de Liberia.

Desde entonces, las autoridades estadounidenses hacen frente a una creciente inquietud social pese a los importante esfuerzos de comunicación desplegados a diario para tranquilizar a la población.

Antes del 30 de septiembre, fecha en que fue diagnosticada la enfermedad de Eric Thomas Duncan en Texas, «los centros de control y prevención de las enfermedades recibían 50 llamadas telefónicas y correos electrónicos por día», afirmó el domingo su director, Tom Frieden. Después, «ese número pasó a 800 al día», precisó.