La tensión que vive Nicaragua por la crisis sociopolítica causada por protestas masivas contra el presidente Daniel Ortega creció hoy, luego de una noche de violencia que dejó como resultado a un niño muerto y 20 personas heridas de bala en la ciudad de Jinotega, en el norte del país.
El menor, de 12 años, murió cuando un grupo de desconocidos a bordo de una camioneta descargó disparos con armas de guerra en un barrio con manifestantes, según confirmó la Arquidiócesis de Jinotega, a 163 kilómetros al norte de Managua.
«La guardia orteguista asesina, junto a turbas paramilitares afines al Gobierno. Esta noche acribillaron a los muchachos que se encontraban en las calles, luchando por la libertad y la democracia», publicó el Movimiento Estudiantil 19 de Abril-Jinotega.
Hasta ayer viernes el Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (CENIDH) había contado 135 muertos a causa de los hechos violentos en Nicaragua.
Ataques similares, de hombres en camioneta disparando con armas de guerra a manifestantes, fueron reportados en Managua y municipios vecinos, como Ciudad Sandino y Ticuantepe.
Como resultado, los pobladores de diversos barrios de dichos municipios levantaron nuevas barricadas, para impedir el paso de estas camionetas con hombres armados, que se caracterizan por ser en su mayoría grises y todas de la misma marca.
Las barricadas también tienen como objetivo impedir la incursión de policías antimotines, a quienes la población acusa de ser cómplice de los asesinatos, junto con los grupos que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ha denominado como «paramilitares».
Tanto la sociedad civil nicaragüense, como empresarios y organismos humanitarios nacionales y extranjeros, han señalado como responsable de las muertes al presidente Ortega, quien se ha negado públicamente al pedido expreso de que cese la represión.
El jueves pasado Ortega pidió a la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN) tiempo para reflexionar sobre una propuesta de «democratización» presentada en el diálogo nacional, que se encuentra suspendido, con el fin de buscar una salida a la crisis que atraviesa el país centroamericano.
La crisis sociopolítica de Nicaragua, la más sangrienta que vive el país centroamericano desde los años 80, cumple hoy 53 días.
Las protestas contra Ortega y su esposa y vicepresidenta, Rosario Murillo, comenzaron el 18 de abril por unas fallidas reformas a la seguridad social y se convirtieron en una exigencia de renuncia, después de once años en el poder, con acusaciones de abuso y corrupción.