Prostitutas y dólares a cambio de información y sobrefacturación: la Marina estadounidense enfrenta un caso de corrupción que se extiende cada vez más e involucra a oficiales superiores, con las enormes necesidades logísticas de ese cuerpo como telón de fondo.
La investigación del NCIS –los sabuesos de la US Navy– comenzó a mediados de 2010, pero las primeras acusaciones formales se produjeron recién estas últimas semanas y varios altos funcionarios de la Armada anuncian nuevas detenciones.
En el centro del caso está un empresario malasio de 49 años e instalado en Singapur: Leonard Francis, alias ‘el gordo Leonard’, detenido en setiembre en California y en prisión preventiva desde entonces.
Francis dirige Glenn Defense Marine Asia (GDMA), un proveedor de las naves estadounidenses que hacen escala en los puertos del Sudeste asiático y del Pacífico. GDMA se encarga, entre otras cosas, de suministrar alimentos, agua y combustible, conseguir remolcadores e incluso de recuperar las aguas servidas y la basura.
Las sumas en juego son importantes: en julio de 2011, la empresa logró un contrato de cinco años por un monto de 200 millones de dólares.
Leonard Francis y el número dos de GDMA, Alex Wisidagama, son sospechosos de haber corrompido a varios oficiales, comandantes de buques y funcionarios encargados de la logística y de haber sobrefacturado algunas de sus prestaciones.
Entre ellos figuran el comandante José Luis Sanchez, encargado de la logística de la VII Flota, responsable del Pacífico. Es sospechoso de haber percibido 100.000 dólares de comisiones, los servicios de prostitutas y viajes pagados por Leonard Francis, sobre todo a cambio de suministrar informaciones sobre movimientos de naves, a algunos de los cuales eran considerados secretos.
«Tus deseos han sido satisfechos»
En un mensaje electrónico del 20 de octubre de 2011, Leonard Francis le pide, por ejemplo, al comandante Sanchez que se las arregle para que el «USS Mustin», un destructor que se disponía a hacer escala en un puerto tailandés, no fuera abastecido de combustible con tarjetas prepagas, a una tarifa negociada anticipadamente, sino que la misión fuera confiada a GDMA por un precio de un millón de dólares, es decir el doble de lo que hubiera costado con las tarjetas prepagas.
«Antes de que me lo pidieras, tus deseos han sido satisfechos. Nos encargamos esta mañana», le responde el oficial. En octubre de 2009 otra serie de mensajes detalla los preparativos de un viaje de Sanchez a Kuala Lumpur con amigos, enteramente pagado por GDMA. «Les buscaré un nido y algunos pájaros», le promete el empresario, en evidente alusión a prostitutas.
Un excomandante del «USS Mustin», Michael Vannak Khem Misiewicz, también fue inculpado de corrupción. Este oficial de 46 años, quien huyó de la Camboya de los Jmeres Rojos cuando era un niño y fue adoptado en Estados Unidos, era considerado una estrella en ascenso de la Marina norteamericana.
En su condición de responsable de la logística, es sospechoso de haber desviado buques hacia determinados puertos en los que GDMA podía sobrefacturar sus servicios. Un tercer comandante, Daniel Dusek, ha sido relevado de su comando a principios de octubre.
Por su parte, un oficial del NCIS, John Bertrand Beliveau, está acusado de haber informado a Leonard Francis sobre el curso de la investigación.
El viernes último comenzaron a ser investigados el vicelamirante Ted Branch, director de inteligencia naval, y el contralmirante Bruce Loveless, director de operaciones de inteligencia. No se precisó cuál fue su papel en el escándalo, pero la Marina anunció que suspendió su acceso a informaciones clasificadas mientras dure la investigación.
Un alto funcionario de la Marina reconoció a la AFP que temía que este caso tuviera una amplitud comparable a la del escándalo «Tailhook» en 1991. En aquel momento unos cien pilotos de la Marina fueron involucrados en un caso de agresiones sexuales perpetradas durante una convención de ese grupo de profesionales en Las Vegas, y que sacudió a la Marina durante largo tiempo.