Un centenar de guatemaltecos aglutinados en la extrema derecha se manifestaron este jueves desde sus vehículos para exigir el cese del confinamiento al Gobierno, con el fin de que «abra la economía» y les permitan «volver al trabajo», como muchos aseguraron en sus consignas.
Desde sus automóviles adornados con banderas de Guatemala en las ventanas y otros lugares, los manifestantes avanzaron desde El Obelisco, en la sureña zona 13, hacia la Plaza de la Constitución en el corazón de la capital del país centroamericano bajo el lema «no quebremos Guate».
Ataviados de mascarillas alegóricas con el escudo nacional en el centro, algunas personalidades conocidas en el país por el pulso que tuvieron contra la lucha anticorrupción durante el mandato expirado de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) salieron de sus casas para conducirse en grupo al parque central y evidenciar su rechazo a las restricciones.
Desfilaron exdiputados como el ultraconservador Fernando Linares Beltranena -abogado del general de inteligencia militar retirado Luis Fernando Ortega Menaldo-, integrantes de la organización Guatemala Inmortal o el director de Relaciones Públicas de la Universidad Francisco Marroquín (privada), Luis Figueroa.
Los manifestantes se adentraron al Centro Histórico de la capital y en una de las principales avenidas del país y se toparon durante un instante tenso con un grupo de antimotines de la Policía Nacional Civil que les impedía el paso, debido a que durante el estado de calamidad por el coronavirus las reuniones de personas están prohibidas, según la Ley de Orden Público.
Minutos después de argumentar que se les estaba negando la libre locomoción, el muro de policías se dispersó para que los manifestantes ingresaran a la Plaza de la Constitución, a donde algunos de ellos descendieron de sus vehículos con sus banderas y continuaron lanzando consignas frente al Palacio Nacional de la Cultura (despacho de Gobierno).
Otra de las caras visibles del movimiento en contra de las medidas gubernamentales fue el excandidato al Congreso y columnista Giovanni Fratti, quien aseguró a los medios de comunicación que «el manejo de crisis ya fracasó. El virus ya se le salió al presidente (Alejandro Giammattei) de control, ya se salió de los lugares de contención y lo único que queda es apoyar al presidente en el tema de salud».
Consultado sobre el miedo a la posibilidad de infectarse por haberse reunido fuera de sus vehículos en el parque central, Fratti dijo estar seguro de las «medidas sanitarias» que establecieron, como el uso de la mascarilla obligatoria (por el Gobierno) o del supuesto distanciamiento social que fue burlado por momentos, cuando algunos participantes anónimos se acercaban a vociferar a favor de liberar la economía.
«No tengo en qué caer muerto, queremos trabajar», gritó uno de ellos. Otro pidió «transporte público», suspendido por Giammattei desde el 15 de marzo.
Una mujer alegó que «sin trabajo no hay vida» y otra más esgrimió: «Déjenos trabajar, presidente».
Fratti asintió que los inconformes tienen «derecho a rebelarnos contra las ordenes ilegales. Estamos acá para decirle al presidente que no vamos a acatar el cierre de 15 días», debido a que el mandatario el pasado domingo sugirió la posibilidad de establecer un toque de queda total por dos semanas si la tendencia de contagios subía a 500 casos diarios.
Luego de subrayar que no pretendían «limosnas del Gobierno», Fratti enfatizó que «todas las economías más avanzadas del mundo: Italia, España, Estados Unidos, Alemania, todas esas economías que tienen muchos más casos que Guatemala ya están abriendo su economía. Así que es una mentira que encerrados nos vamos a curar».
Actualmente, el país registra 4.145 casos positivos de COVID-19 con 68 muertes, la primera de ellas registrada el 15 de marzo, dos días después de que se detectara el primer caso.
Desde el pasado 22 de marzo, el Gobierno de Guatemala decretó un toque de queda parcial por las tardes que en un inicio se estableció de cuatro de la tarde a cuatro de la mañana y que ahora prohíbe la circulación de cinco de la tarde a cinco de la mañana, además de un cierre total a la movilidad los fines de semana.