Un atentado mató este miércoles, día de Navidad, a 35 personas e hirió a más de 50 en un mercado de Bagdad, informó el ministerio del Interior.
«Dos bombas estallaron en un mercado de Dura (un barrio del sur de Bagdad), matando a 35 personas e hiriendo a 56», precisó a la AFP Saad Maan, portavoz del ministerio, que aseguró que el blanco del atentado era el mercado y no una iglesia cercana, como habían afirmado anteriormente fuentes de seguridad.
«La zona que fue blanco (del ataque) es un área donde viven musulmanes y cristianos», añadió.
Un sacerdote asirio de Dura confirmó a la AFP que la iglesia «no tenía nada que ver con el atentado», y el
patriarca caldeo, Louis-Raphaël Sako, recalcó que el ataque «iba dirigido contra un lugar pobre cercano a la iglesia de Dura».
Anteriormente, un coronel de la policía declaró a la AFP que el ataque fue cometido contra la iglesia San Juan y había matado a fieles cristianos que salían de una misa de Navidad.
«El ataque tenía como objetivo la iglesia y la mayoría de mártires (víctimas mortales) son cristianos», había declarado el coronel de la policía a la AFP. «El ataque tuvo lugar en el momento en que los fieles abandonaban la iglesia», había añadido.
El año 2013 ha sido terrible para Irak, con niveles de violencia similares a los de 2008, cuando el país salía de una guerra civil.
Más de 6.650 personas han muerto desde el comienzo del año en el país, según un balance de la AFP.
La mayor parte de los atentados tienen lugar en lugares muy concurridos, como mercados, cafeterías, mezquitas, para causar el mayor número de víctimas posible.
Según un informe publicado en marzo, por lo menos 112.000 civiles murieron en Irak en los 10 años transcurridos desde la invasión de 2003 dirigida por Estados Unidos, que derrocó a Sadam Husein.
La invasión estadounidense puso fin al régimen de Sadam Husein, pero abrió un capítulo sangriento de la historia de Irak, convirtiendo el país en un campo de batalla entre insurgentes y tropas extranjeras.
Las autoridades suelen acusar de esta violencia a Al Qaida y consideran que la guerra civil en la vecina Siria está favoreciendo a los miembros de la red islamista.
Pero algunos expertos y diplomáticos apuntan a que el gobierno es incapaz de satisfacer las demandas y frustraciones que alimentan la violencia.
La agitación es especialmente visible en la minoría sunita, que se considera marginada y hostigada por el gobierno, dominado por los chiitas.